Lou Matilla

Déjame que te cuente

Lou Matilla


Memento Mori

15/11/2023

Recuerda que morirás, es el significado de las dos palabras que dan nombre hoy a este rincón; unas palabras que tienen su origen en la antigua Roma y que eran utilizadas para recordar a los soldados que desfilaban victoriosos que no fuesen soberbios, pues la condición humana no es inmortal y la muerte de todos, por tanto, es inevitable. 

En el mundo que estamos construyendo o destruyendo (no lo tengo muy claro) la muerte nos rodea por todas partes y ni siquiera nos paramos a pensar en ello. Los medios de comunicación nos hablan cada día de muerte; los periódicos, la televisión, cientos de muertos en guerras infinitas que no se acaban, asesinatos, violencia de género, accidentes, etc. Como personas hemos sido capaces de normalizar la muerte ajena, pero somos totalmente incapaces de gestionar las emociones de lo que en realidad estamos viendo ya que la elección para escapar de ese horror es cambiar el canal de la televisión o pasar la página del periódico, haciendo así desaparecer algo que nos desagrada. Lo que yo denomino la elección más fácil: mirar hacia otro lado.

Estoy más que convencida de que la muerte es algo de lo que deberíamos hablar en vida, es algo natural e ineludible. Igual que en el camino de nuestra vida tomamos decisiones sobre lo que queremos y lo que no, también deberíamos tener la responsabilidad de hablar con nuestros seres más cercanos sobre nuestras decisiones a la hora de nuestra partida, ser nosotros mismos quienes decidir cómo queremos que sean las cosas cuando dejemos este mundo, cómo queremos que sea nuestro funeral, dónde queremos que descansen nuestros restos o qué hacer con nuestras cosas. Decidir todo esto en vida es sin duda una manera de proteger a los que se quedarán a este lado, el no hacerlo implicaría más sufrimiento para ellos ya que los convertiríamos en responsables de nuestro último adiós. 

No olviden nunca que la muerte es lo que nos recuerda que aún estamos vivos y que cada día debe vivirse al máximo porque no hay sombrero que no se quiebre con la voracidad de un viento huracanado, como tampoco hay alma que no se parta cuando sucede la pérdida de un ser querido; el sentimiento más desgarrador que fulmina un corazón.