Alfredo Scalisi

Plaza Mayor

Alfredo Scalisi


Vita e morte

12/04/2024

Hoy me toca escribir esta columna con un nudo en la garganta. El tiempo pasa, pero lo hace lenta e inexorablemente y la vida, de forma casi inadvertida, envuelve en un manto de silencio su progresivo e imparable discurrir. Y es precisamente con la inevitable pérdida de nuestros seres queridos cuando, como si nos despertaran con una tremenda bofetada, nos diéramos cuenta de que nada es eterno, de que las presencias, con los años, se convierten en recuerdos.

El otro día nos llegaron tristes noticias desde Italia. En ese 'país' llamado Sicilia, tierra de mi difunto padre, allá donde te deslumbra la claridad inabarcable de un sol infinito y la intensidad de un volcán da forma a los sentimientos, fallecieron mi tío Raymondo y mi tía Feluzza. Él era un hombre grande y bonachón que, entre risas y bromas, siempre buscaba la alegre complicidad de los demás, y mi tía era la típica 'mamma' italiana, risueña y con carácter. Llevaban toda la vida juntos y, cogidos de la mano, luchaban contra la vejez y la enfermedad con una conmovedora entereza. Primero murió él y, dos días después, como si ella hubiera decidido renunciar al vacío que sentía por la marcha de su esposo, su destrozado corazón dejó de latir para seguirle y acompañarle a ese lugar donde los volcanes ya están extinguidos y la pasión de la lava líquida e incandescente permanece en forma de negras e inánimes rocas. ¿Existe una mayor demostración de amor? 

Es difícil cruzar esa frontera de la edad en la que la pérdida de las personas que quieres se convierte en un hecho cada vez más frecuente. Pero la existencia tiene sus leyes. Ahora escribiré unas líneas expresando mi pésame a sus hijos, tocaré un botón y Google se encargará de convertirlo en un texto tecleado en ese idioma tan bello y alegre como lo eran ellos. La rutina volverá a adueñarse de nuestro quehacer cotidiano, y el tiempo restañará, una vez más, este dolor pasajero que siempre, con más o menos intensidad, permanece. Esperemos que la vida sea generosa con nosotros y su próxima bofetada tarde mucho tiempo en despertarnos de su aparentemente tranquilo discurrir.