Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Urgencias

07/09/2023

Es difícil encontrar una analogía más certera respecto del momento de España que la de la vuelta al cole. Así como las familias sobrellevan con estoicismo los costes del regreso (libros, uniformes, autocares, comedores), privandose de mucho y sacrificándose; nuestra ilustre dirigencia entretiene los plazos mientras se apura el calendario sin experimentar urgencia alguna distinta de la que convenga al tacticismo partidista.

A estas alturas conviene recordar que éste está siendo un año electoral enterito, circunstancia que como es sabido deshabilita la función riesgosa de los gobiernos y hace que las decisiones importantes queden en modo aplazamiento. Ejemplo claro de ello es el embotellamiento de leyes que se quedaron en el "búfer" parlamentario cuando se convocaron los comicios de modo apresurado.

Si hay un ámbito en que ésto se aprecia con claridad meridiana es el de la economía: mientras la función se exhibe en el escenario, fuera, en la calle, los tipos de interés siguen subiendo y, lo que es peor,  lo hace también el coste de la deuda. Es decir, se encarece la financiación de un déficit para cuyo sostenimiento es preciso que los ciudadanos sigamos apretando los dientes y los bolsillos. Además, un cierto escalofrío recorre Europa producto de un enfriamiento económico que las estadísticas están detectando claramente y que podría convertir al próximo en un año de ajuste y de dificultades.

¿Están apremiados por esto nuestros ilustres políticos nacionales? ¿Son conscientes de las prioridades dándole primacía al juego político sobre la gobernanza? Parece que no. Y parece que una vez más estamos atrapados en un juego de intereses en que los que pierden, ganan, los sujetos son los objetos y la vida una especie de quintaesencia de aquella frase con que el Siglo de Oro caracterizaba al teatro: "he aquí el tinglado de la antigua farsa".

Vuelve a tener vigencia el aserto "clintoniano": "es la economía, idiota".