Los albergues del Camino ya no rechazan las maletas

R.E. MAESTRO / Hontanas
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Las asociaciones de la ruta prohíben grandes equipajes para priorizar al peregrino frente al turista, pero desde los pueblos burgaleses apuestan por ofrecer facilidades y libertad

A los albergues llegan principalmente mochilas, algunas de gran tamaño, como muestra María José Muriel desde Hontanas. Eso sí, tampoco se oponen a recibir maletas. - Foto: Jesús J. Matías

La polémica ha estallado en los últimos días en el Camino de Santiago después de que los doce albergues españoles integrados en la Federación hayan decidido no admitir maletas con el objetivo de «preservar su esencia». Sin embargo, al recorrer los alojamientos de los pueblos burgaleses se comprende la «evolución» que ha habido con el paso de los años y que en la actualidad la motivación de cada persona resulta diferente. Continuarán recibiendo las maletas, pese a que argumentan que la mayoría suele acudir con la mochila a la espalda y que precisamente esa se trata de una de las principales características que definen la ruta.

Pilar Pérez, gerente del albergue El Alfar, en Hornillos del Camino, defiende que el Camino «es libre y hay que venir a disfrutar, no a sufrir, y cada uno que lo haga como quiera». Al hablar con otros compañeros de profesión cree que la mayoría opina igual y no entiende esta polémica con las maletas. «Ha venido gente con tendinitis, con cáncer y con 80 años, a esas personas hay que darles todas las facilidades», expone, ya que entiende que si no se permitiese esta opción muchas personas no podrían realizar el trayecto. No piensa que se esté desvirtuando la calle Mayor de Europa, como dicen algunas voces, y añade que se deben seguir ofreciendo todas las comodidades.

«El envoltorio de las pertenencias del peregrino me da exactamente igual, como si es cuadrado o si es de tela, respeto la prohibición y me hace gracia ver a alguien con una maleta, pero mientras venga  caminando... no deja de ser un envoltorio de pertenencias», confiesa Javier Castro, del albergue Rosalía, en Castrojeriz. «¿Qué es el Camino?», se pregunta, para exponer que ya no se trata únicamente de una peregrinación religiosa y que también tiene una parte de turismo. Reconoce que en los ocho años que lleva con su alojamiento en marcha ha aprendido a no juzgar y que cada uno puede tener diferentes razones para realizarlo.

«Veo a los peregrinos entrar por la puerta destrozados de caminar y eso sigue siendo auténtico, si luego puedes tener una buena cama, un enchufe y wifi no entiendo el problema de esta evolución», insiste Castro. Del mismo modo, María José Muriel, del albergue Juan de Yepes, de Hontanas, asegura que la mayoría suelen ser mochilas, pero cree que «tampoco pasa nada por llevar maletas» y de ahí que la mayoría de alojamientos no cobren por ello.

En cuanto a las empresas que ahora se encargan de transpotar las maletas de los peregrinos existen opiniones dispares, desde aquellos que opinan que les parece bien para dar más comodidades hasta aquellos que les enfada la actitud de algunos romeros que dejan sus maletas para posteriormente marcharse a otro albergue. «No hay ningún problema con que dejen las maletas, lo que no está bien es que las manden a un albergue sabiendo que no se va a quedar», afirma Marta García, del albergue El Corro, de Belorado. Reconoce que al final las tiene en su local y por tanto están bajo su responsabilidad. En este caso en concreto, asume que en numerosas ocasiones se opta por enviarlo a los municipales y luego deciden lo que hacer. Así, esta 'reserva' les sale gratuita.

Muchas veces se han encontrado con maletas gigantes, donde se aprovecha para meter todo tipo de elementos. «Algunos parece que se van de gira», comenta Clemen de la Torre, del albergue Liberanos Domine, situado en Rabé de las Calzadas, que reconoce que como en su caso está a mitad de etapa tampoco les llegan de manera exagerada y no lo ve como un problema serio.

Prohibición. Los albergues de la ruta jacobea integrados en la Federación del Camino de Santiago Francés han dejado de admitir maletas desde este mismo mes y después del verano tratarán de homogeneizar también el orden de prioridad para la ocupación de las camas y otros servicios. De este modo, buscan proteger la «esencia» y que no se convierta en una ruta turística. En la provincia de Burgos está en esta situación el albergue municipal de la capital.

Jesús Aguirre, presidente de la asociación de Amigos del Camino de Burgos, explica que hay que «diferenciar entre turistas y peregrinos», pero también respeta la decisión que se tome desde cada albergue. Insiste en que se trata de una «cuestión de imagen» y que se busca mantener la «esencia» del peregrino, pero comprenden que cada uno puede ir como quiera.