«No soy de ninguna religión ni partido. Creo en la mixtura»

I.L.H.
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ENTREVISTA | Daniel Carbonell, 'Macaco' (Barcelona, 1972), publicó su primer disco, 'Mono loco', en 1998. Suyos son también 'Historias Tattooadas', 'Ingravitto', 'Civilizado como los animales' o 'Puerto presente'. Hoy actúa en el SanMartin Fest

Macaco actúa hoy en el patio de Concepcionistas con motivo del SanMartin Fest.

Moving, Con la mano levantá, Tengo, Puerto presente... Las canciones de Macaco tienen por lo general una vida muy larga (el tema Coincidir, de 2015, lleva 300 millones de reproducciones). Las de discos pasados se van sumando a los proyectos nuevos haciendo que los conciertos de Daniel Carbonell sean una combinación de fiesta para bailar, de emociones contenidas y pasajes introspectivos, de reivindicación y de momentos para corear, ya sea con sus clásicos como con los temas del reciente disco Vuélame el corazón. Hoy estará en el SanMartin Fest, el encuentro musical que organiza en el patio del colegio de Concepcionistas la parroquia de San Martín de Porres por su medio siglo de existencia. Macaco, que no actuaba en Burgos desde hace años, tocará un repertorio que, según cuenta en esta entrevista, terminará de ajustar ese mismo día, cuando vea el ambiente y el contexto. Aun así, no faltarán algunas de las canciones de su nuevo disco, una declaración de amor que cuenta con colaboraciones como las de Estopa, Valeria Castro, Leiva, Tanxugueiras, Ky-Mani Marley (hijo de Bob Marley), Ana Mena, Kevin Johansen, Rita Payés, Conociendo Rusia... En un tono francamente jovial, Macaco charla distendidamente nada más regresar de una gira «maravillosa» por Latinoamérica que ha durado algo más de un mes.

El concierto está dentro de un festival que organiza una parroquia. ¿Cómo le llega la propuesta y qué sabe del proyecto?
La propuesta me llega por mi equipo, que es como mi family y conoce mi manera de pensar y mi criterio. Yo soy todoterreno, hacía mucho tiempo que no tocábamos en Burgos, me gusta actuar en todo tipo de festivales (este verano tengo cerrados cerca de treinta) y para públicos diferentes, y me encanta que sea este un festival novel. 

Macaco es espiritual porque se desprende de las canciones, pero ¿es usted religioso o lo ha sido?
No. Respeto todas las religiones y desde ahí me gusta amplificar mi visión para perder prejuicios. Me considero una persona muy colorida que no se queda con un solo color. Lo soy a nivel personal y lo soy en la música, como se ve en canciones como Ovejas negras, una oda a la diferencia que se ha convertido en una especie de himno del colectivo LGTBI; Lenguas de signos, que habla del amor desde la sensualidad; Blue (diminuto planeta azul), un ejercicio para pinchar el ego que tenemos todos, o el amor consciente de Quiéreme bien.

¿Y educación religiosa ha recibido en la infancia?
Sí, mi madre es católica y mi padre, más o menos... -ríe-. Pero yo no soy de ninguna religión ni de ningún partido. Creo en la mixtura y tengo una parte terrenal y otra espiritual. Y en lo que también creo es en que estamos todos conectados y en códigos como la empatía.

En la gira de Latinoamérica ha contado con una escenografía y un formato concreto. ¿Cómo está planteado el de este sábado: íntimo para contar historias o fiestero?
Aquí vengo con la formación completa, que son todos unos músicos alucinantes. Y lo que es el repertorio muchas veces lo escojo al llegar al lugar físico y lo varío según el contexto. Pero en festivales pequeños, que me encantan, me gusta que sea dinámico y que haya muchos contrastes, con vaivenes de emociones: que haya momentos para cantar, corear y bailar, y según vas leyendo en el ambiente, introducir la interacción o momentos más pequeñitos.

Vuélame el corazón es un disco más conceptual, diferente a lo que suele hacer, más íntimo y plagado de colaboraciones. ¿Cómo está cuajando?
Yo creo que bien. Al final el disco es un recorrido por las diferentes sensaciones y estados por los que todos y todas podemos haber transitado alguna vez en una relación: desde el momento más efervescente al conocer a alguien y estar de subidón hasta una ruptura como es Tirititrán (con Tanxugueiras), pasando por el amor bien entendido de Quiéreme bien (con Leiva), o Recuerdo sobre el eco de un amor pasado (con Valeria Castro). Pero en realidad el disco no está pensado para las colaboraciones. Lo hice en el último momento. Grabé el disco con mi voz y pensé en un todo o nada. Porque me parecía interesante amplificar la idea de la canción con artistas de todo tipo. Aun así, las canciones tienen tanta entidad que funcionan a la perfección sin colaboración, porque al final están paridas por mí así.

Pero es un disco mucho más personal e incluso lo canta de otra manera.
Total. Es así. Hice un pequeño ejercicio durante la pandemia y lo comentaba con los míos diciendo que iba a intentar no parecerme a mí. Es algo divertido y que tiene sentido para reescribirte y buscar otros colores. Y por ejemplo he bajado los tonos de muchas canciones -canto en tonos más graves- y a veces lo hago muy cerquita del micro para dar la sensación de que te cantan al oído. Me decanté por esto y me gustaba también que tuviera un hilo conductor, aunque también hay canciones más up, más para arriba, como Me lía o A tu manera. Tenía otras muchas con temas sociales, pero las sacaré más adelante en otro disco.

Ya que este disco es tan de corazón, en todos los sentidos, ¿es usted muy visceral?, y si es así, ¿cree que es bueno para la salud?
¡Menuda pregunta. Buah -se hace el silencio unos segundos mientras se lo piensa antes de contestar-! Soy visceral y con el tiempo estoy aprendiendo a domarme. Aunque sé que mi mejor guía es mi instinto, que hay que saber leer. Sí que creo que muchas de las mejores decisiones no están tan pensadas. Es ese chispazo. Y en una relación si hay mucha mente, no funciona.

Víctor Manuel se pregunta dónde van los besos que no damos y usted predica en La guerra de los besos no dejar para mañana los besos que se puedan dar hoy. ¿Es Macaco besucón empalagoso o le cuesta darlos?
-Ríe abiertamente-. Me considero una persona cariñosa, pero reconozco que si tengo alguien muy encima me agobia. Y no soy para nada empalagoso; por ejemplo, me gusta mucho Neruda y Benedetti, pero no puedo con Paulo Coelho, que para mí tiene demasiado azúcar -ríe-. Me gustan las canciones de amor, y sobre todo me interesa el contraste (por eso en Me lía, es la mujer la que solo quiere un rollo); y tengo una parte romántica también, pues sí, que creo que se nota en Recuerdos. Porque en este disco hay cosas de mí, no todas, pero algunas hay. Aunque insisto en que soy de contrastes: no me creería ni a mí mismo si fuera una sola cosa.

No será su disco de mayor mestizaje, pero hay rumba, cumbia, tango, reggae, rap... ¿Hay algún estilo con el que no trague?
No lo sé. ¿El reggaeton? Rítmicamente es muy interesante, viene de la música africana y el reggae. Otra cosa es que no conecto nada con las letras y no me interesan. Y bueno, la gaita tampoco me gusta. Pero otras músicas me fascinan, sobre todo las del sur del mundo. Al final lo importante es que la canción funcione. La fusión está de moda otra vez y en el disco la hay. Por otro lado, como siempre, me gusta jugar con músicas de raíz y elementos de electrónica.