El nuevo perfil del adicto al juego

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Varón, en la treintena y enganchado a la ruleta online y las apuestas deportivas, así es el nuevo perfil del adicto al juego. El III Trail Haciendo Sed Burgos, celebrado ayer, destinó la recaudación a la asociación Ludopatía Burgos

Miembros de la asociación Ludopatía Burgos junto al psicólogo David Burgos (derecha). - Foto: Valvidielso

En la asociación Ludopatía Burgos (conocida por sus antiguas siglas Abaj), que lleva 35 años ayudando a quienes sufren una adicción al juego, no pueden estar más alegres. Por primera vez en su historia, un grupo sociocultural de la ciudad se ha fijado en el trabajo que hace y ha decidido que la recaudación de una actividad benéfica vaya a sostener sus servicios. Se trata del III Trail Haciendo Sed Burgos, una prueba deportiva y lúdica que este domingo congregó a casi 900 personas corriendo por el castillo con salida y meta en la Plaza del Rey San Fernando. La presidenta de la entidad, Conchi Gil, expresó su agradecimiento más profundo a los organizadores y explicó que el hecho de que nadie hasta ahora les haya elegido nunca como receptores de una ayuda y, sobre todo, de la visibilidad que supone, tiene que ver con el enorme estigma que rodea al juego patológico. «Por más que pase el tiempo y que expliquemos que se trata de una enfermedad, la gente sigue viendo a quien juega como un vicioso. El estigma es tan enorme que hasta los propios jugadores se ven como tal y tienen un concepto equivocado de sí mismos, por eso, esta oportunidad es impresionante para visibilizar qué es el juego patológico y para eliminar prejuicios». 

La ludopatía es una enfermedad que se caracteriza por un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de jugar apostando dinero. En los últimos años ha cambiado mucho el patrón del paciente que, en la actualidad, se corresponde con un varón joven enganchado al juego online, sobre todo a la ruleta, y a las apuestas deportivas. Así lo explica el psicólogo de la asociación, David Burgos, que pone el foco, no solo en la juventud de quienes se ven imposibilitados de dejar de jugar sino en el hecho de que internet lo ha complicado aún más porque no tienen que exponerse a la mirada ajena y desde sus casas y con total intimidad pueden jugar aunque «nunca ganar porque un adicto jamás gana».

Llevo cinco años felizmente rehabilitado después de sufrir un infierno con las máquinas tragaperras. Ojalá quienes sientan que tienen un problema den un paso adelante para solucionarlo. Aquí les podemos ayudar"
Fernando Martín, exjugador, vicepresidente de ABAJ

Lo sabe muy bien el vicepresidente de la asociación, Fernando Martín, que fue adicto durante 16 años y que ahora lleva 5 «felizmente rehabilitado», como cuenta él mismo. No tiene ningún problema por dar la cara porque sabe que esta naturalidad va a ayudar a muchas personas que están sufriendo «un infierno» por tener a un enfermo en sus familias, y es posible que se animen a dar el paso para salir de la adicción. «A mí toda la vida me gustó jugar. Era, por una parte, una cuestión de curiosidad y, por otra, de creerme que conseguía un dinero fácil. Lo que no sabía es que, a la larga, iba a abandonar el resto de las facetas de mi vida. Llegó un momento en el que yo solo vivía para jugar». Su problema se ciñó durante todo este tiempo a las tragaperras: «No podía ir a trabajar si antes no echaba unas monedas, era más fuerte que yo, así que las cosas se fueron complicando y como no me quedaba nada del sueldo empecé a pedir microcréditos, muy usureros y con unos tapaba otros», relata Martín, que añade que a pesar de que en una ocasión ganó un premio especial de 1.400 euros, jamás hizo dinero con esta práctica: «Nunca ganas porque todo, literalmente todo, lo vuelves a gastar».

Y así iban pasando los años pero también las complicaciones. La adicción siempre va a más y, como en tantos casos, llegó hasta a robar dinero de la cartilla de sus padres, ya mayores, con los que vivía. «Era un horror todo por lo que estaba pasando: la culpa, el no poder dejar de jugar, la vergüenza por esta haciendo eso a mi familia», rememora, emocionado. Por suerte, su hermana empezó a intuir que algo pasaba y un día él decidió contarle todo, «quitarme la mochila que llevaba encima y que cada vez pesaba más». La primera vez que llegó a Ludopatía Burgos empezó a cambiar su vida, asegura. «Desde el minuto uno decidí ser completamente sincero y fue un punto de inflexión. No he recaído nunca en estos cinco años», confirma, orgulloso. De hecho, sigue justificando con tickets todo aquello que se gasta -una condición sine qua non que le ponen a todos los jugadores en rehabilitación aunque él ya podría no hacerlo: «Me siento mejor así».

Las familias de los jugadores son las víctimas de la adicción. Dependencia, estrés, agotamiento y culpabilidad son algunas de las consecuencias de vivir con un enfermo"
David Burgos, psicólogo

La ludopatía es un trastorno del comportamiento que tiene unos síntomas que suelen ser comunes en la mayoría de los jugadores: Sufren síntomas de dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia, de manera muy similar a las personas adictas a sustancias, experimentan un deseo o un impulso emocional y físico que solo se calma una vez que inicia la conducta de apostar, cada vez necesitan más dinero y pasar más tiempo jugando y se sienten irritados e inquietos cuando no pueden hacerlo por algún motivo externo o cuando intentan controlar su adicción. Jugar y conseguir tiempo y dinero se convierte en la preocupación principal, usan el juego como una vía de escape a los problemas, minimizan ocultan o niegan su adicción y a la larga pierden o deterioran relaciones laborales, escolares, familiares, de pareja, etc.

De hecho, en Ludopatía Burgos se tiene un cuidado especial con las familias, que son, como dice David Burgos, «las sufridoras ocultas porque sufren el deterioro de su familiar pero también de todo el entorno y, muchas veces, de la economía»: «Los familiares de los ludópatas son las víctimas más desconocidas de esta adicción. Dependencia, estrés, frustración, agotamiento y culpabilidad son algunas de las consecuencias de vivir con estos enfermos». Y hace un especial hincapié en las mujeres de los varones adictos: «Todos, sin excepción, vienen acompañados de una mujer: su madre, su hermana, su pareja, una amiga. Cuando es al revés, cuando es la mujer la que tiene la adicción, la mayoría de las veces vienen solas o acompañadas de otra mujer. Si la adicción al juego estigmatiza, en el caso de ellas es aún peor, y tienen algunas singularidades como que tardan más en engancharse, pero que cuando lo hacen se ven muchísimo más afectadas».

Por más que expliquemos que esto es una enfermedad, la gente sigue viendo al jugador como un 'vicioso', pero no lo es. Solo es alguien que necesita que le echen una mano"
Conchi Gil, exjugadora, presidenta de la Asociación Ludopatía Burgos

Lo corrobora Conchi Gil, la presidenta de la asociación, que se enganchó al bingo para aliviar el dolor de la pérdida de un hijo. «Las motivaciones de las mujeres -añade el psicólogo- son diferentes, ellas suelen jugar por cuestiones emocionales o para llenar un vacío y lo hacen con muchísima vergüenza». Pero salen adelante. Conchi lleva años sin jugar -fueron sus hijas quienes le acompañaron a dar el paso de la rehabilitación- y se encuentra muy bien y con muchas ganas de ayudar a quien se encuentre en la situación por la que ella pasó.

Si alguna persona cree que puede tener problemas con el juego o conoce a alguien que los esté sufriendo puede llamar al teléfono 627409707 o escribir un correo electrónico a la siguiente dirección: psicologo@ludopatiaburgos.es.