¡Quién nos iba a decir que la derecha (política, mediática y de las JONS) se iba a enfadar porque el Papa recibiera en el Vaticano a una vicepresidenta del Gobierno español! Hasta una meritoria del PP llegó a calificar la entrevista entre el Sumo Pontífice y Yolanda Díaz como "reunión de comunistas". ¡Toma ya análisis racional! ¿Se imaginan a esta señora, la del partido de Casado y de don Teodoro, en un alto cargo y tomando decisiones? Que Dios nos coja confesados y nunca mejor dicho. La interfecta borró pronto su "agudo" análisis, pero el daño estaba hecho, sobre todo porque reveló lo que muchos conservadores piensan de ciertos temas, por ejemplo del religioso. La Iglesia es suya; el Papa es suyo; el Papa solo puede decir y actuar conforme a lo que piensan ellos; y si dice y hace lo contrario, es un comunista, el anticristo y no sé cuantas lindezas más. Francisco no recibió a Yolanda Díaz porque ésta sea marxista o del Partido Comunista de España o de Unidas Podemos. Se entrevistó con ella en las estancias vaticanas porque la señora Díaz es vicepresidenta del Ejecutivo español. Y la charla se desarrolló durante 40 minutos (algo más de lo habitual) en un clima de normalidad. Yolanda Díaz lo calificó de "muy cordial" y "emocionante", algo que no ha debido de sentar muy bien entre las mesnadas de Pablo Casado y Abascal, que quizás esperaran que todo acabara en bronca; es decir en una excusa más para seguir arreándole al Gobierno, a Pedro Sánchez, a los partidos de la coalición y a todo el que no pida elecciones ¡ya, pero que ya mismo! Tampoco tuvo que gustarles que la ministra gallega se presentara bien vestida, elegante y con el pelo recogido. Los comunistas han de ir desgreñados, sucios y oliendo a azufre, como Dios manda. ¿Les importó algo los temas tratados? Bah, todo baladí: trabajo decente, cambio climático, paro, reforma laboral, precariedad en el empleo. De eso no han hablado ni PP ni Vox ni Ciudadanos. ¿Para qué? Lo importante es que dos comunistas se han reunido en la casa de San Pedro. Y eso un cristiano viejo no lo puede admitir. Francisco y Yolanda irán de patitas al infierno. ¡Ah, que ya no hay!