No es una ventana cualquiera

ALMUDENA SANZ
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Cultural Cordón proyecta hoy el documental 'Construyendo la luz', de Eliseo de Pablos, el primero que acerca el arte de la vidriera y desvela alguno de sus misterios. Con coloquio posterior

El rodaje se realizó en distintos escenarios como el taller de Carlos Muñoz de Pablos y de sus hijos, seguidores de la tradición, que son el hilo conductor de la película.

Las fórmulas que pasaban de padres a hijos, los tratados con trampa, los secretos nunca desvelados, la magia del fuego o la incalculable valía que tenían los maestros en la Edad Media que hasta provocaban la intercesión de reyes a su favor hacen del arte de la vidriera un oficio seductor. A su hechizo sucumbió el cineasta Eliseo de Pablos. Su fascinación viene de lejos. Fue director del Centro Nacional del Vidrio en La Granja. En aquella época conoció a Carlos Muñoz de Pablos, Premio Castilla y León de Restauración y Conservación del Patrimonio 2016, uno de los más reconocidos representantes de este trabajo, que ha transmitido a sus hijos Pablo y Alfonso. Esa vieja amistad llevó al director a proponerle la realización de un documental, una película que plasmara por primera vez este misterioso, desconocido y apasionante mundo. Dio el sí quiero. Construyendo la luz se proyecta hoy en Cultural Cordón (17.30 h., entrada libre) con un coloquio posterior, en el que intervendrán el realizador, Alfonso y Pablo Muñoz y la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Burgos Pilar Alonso, experta en el mundo del vidrio, donde históricamente Burgos también tiene mucho que decir. 

El filme sigue los movimientos de los artesanos en todo el proceso de restauración de un vitral. Desde que entran a un templo y determinan qué deben hacer -la fortuna los sonrió y para la grabación desmontaron el rosetón de la Catedral de Segovia- hasta el detalle de su intervención con los siete oficios principales que la hacen posible. «Contamos cómo se hace el amarillo de plata o la grisalla, algo que jamás se ha rodado antes, procesos totalmente desconocidos, que, incluso, los propios Muñoz de Pablos han tenido que investigar porque sus poco fabricantes se han ido muriendo», se entusiasma el cineasta sabedor de que es un documento único por el que puede que en otra época alguien lo persiguiera. «Era de esos oficios protegidos por la corona; si traicionabas esos principios y secretos en muchas ciudades conllevaba la pena de muerte», observa y mira hacia Murano, donde los servicios secretos recluyeron a los vidrieros que intentaban salir de Venecia, o a La Granja, donde en el siglo XVIII, Antonio Berger, pintor de la Corte, trajo a maestros de París, librándose de la pena de muerte solo por la intercesión del rey de España. 

Como si ese viejo arte se empeñara en no sacar a la luz sus enigmas, Construyendo la luz vivió un rodaje accidentado. Primero, percance médico de Carlos Muñoz; aplazamiento. Pandemia; segunda paralización. Escenarios elegidos imposibles; otro retraso. Pero la magia se hizo y se estrenó en la Seminci de Valladolid, arrasó en la plataforma Filmin y fue aplaudido en el Festival de Cine de Trieste (Italia). 

Cuenta De Pablos que querían una película capaz de emocionar, de llegar al público a través de esas técnicas legendarias, engancharle y hacerle esperar con avidez el siguiente paso de este proceso. Y la luz se hizo, con tres focos: mostrar un mundo fascinante, preservar un oficio histórico y, tal vez, despertar vocaciones.