La ciudad se quedó prácticamente desierta a partir de las 20 horas, tras entrar en vigor el nuevo toque de queda fijado por la Junta de Castilla y León en el Boletín Oficial de la Comunidad. Los comercios echaron la persiana a esa hora y prácticamente la mayoría de los bares, que únicamente pueden servir las consumiciones en las terrazas al estar prohibido hacerlo en interiores. Los clientes apuraron las últimas bebidas mientras los agentes de la Policía Nacional y Local patrullaban el centro de la ciudad y en menor medida el resto de los barrios. Los agentes harán estos días una labor pedagógica antes de sancionar por los incumplientos. Por la mañana se reunieron los subdelegados del Gobierno para implantar la fijar la misma posición en todas la provincia y el Ayuntamiento acató la misma a pesar de que el viernes el alcalde indicó que estaba en contra de la Junta.