El mercado de Aranda se vacía mientras Roa se llena de colas

ADRIÁN DEL CAMPO
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Los arandinos se lamentan de que el confinamiento va a hundir su economía y los hosteleros estudian emprender acciones legales contra la medida de la Junta. La villa raudense amanece repleta de forasteros

Una de las colas formadas a la entrada de uno de los supermercados de Roa en la mañana de este sábado. - Foto: A. del Campo

La segunda jornada de confinamiento en Aranda de Duero dejó imágenes totalmente contrapuestas en la villa y en la comarca. Mientras el mercadillo de los sábados de la capital ribereña, que finalmente se celebró a pesar del encierro de rotondas para adentro, vio reducida su afluencia a una cuarta parte de la habitual y algunos de los vendedores ni plantaron sus puestos, los supermercados de Roa sufrían largas colas de gente que esperaba su turno para poder entrar en unas tiendas totalmente llenas debido a la clausura de Aranda. Esa imagen se repetía en cada punto de las dos villas: mientras en la arandina las calles estaban medio vacías, como los bares y los comercios, en la raudense todo estaba lleno de forasteros que abarrotaban terrazas y tiendas.

Por partes, en primer lugar toca detenerse en la situación vivida en Aranda. El tradicional mercadillo de los sábados despertaba con una imagen muy diferente a la de otros días. Los comerciantes contaban que después del estado de alarma el ritmo de venta había ido creciendo, y aunque nunca ha alcanzado el anterior a la pandemia, se había recuperado una parte importante de los clientes. Sin embargo, ayer todo volvió a desmoronarse. Los dueños de los puestos lamentaban que la afluencia se había desplomado hasta alcanzar solo una cuarta parte de lo habitual y que muchos compañeros no habían ni colocado sus negocios.

Mientras, los clientes corroboraban las palabras de los comerciantes, acusando la caída de público en el mercadillo. Todos apuntaban a la importancia que tienen los compradores de la comarca para el mercado de los sábados. "A los clientes de los pueblos es a los que más echamos de menos. Se nota mucho que no han venido", afirmaba un comerciante. A escasos metros, en otro puesto, se formaba una conversación, mascarilla y distancia de seguridad mediante, en la que los vecinos lamentaban el señalamiento que hay sobre Aranda, que "se ve como la ciudad con más infectados de España, pero no es así". "La decisión de confinar es injusta", "están hundiendo la economía de la ciudad", "se han precipitado al tomar la decisión", "esto es injusto", eran algunas de las frases que dejaba una esporádica charla cargada de enfado, indignación y rabia.

Mientras los puestos de alimentación, la mitad de los colocados ayer, mantenían algo su clientela, los de textil la veían prácticamente desaparecida. Entre espacios vacíos, de puestos que faltaban, cintas, vallas para marcar accesos y clientes, también se dejó notar la presencia de la seguridad privada, que, al menos los efectivos de ayer, era la primera vez que iban al mercadillo, y la de voluntarios de Protección Civil. Uno de ellos declaraba que la "mayoría de la gente está cumpliendo las medidas sanitarias, higiene, distancia social y uso de mascarilla, aunque siempre hay alguno que la lleva mal puesta, pero en cuanto nos ve se la sube, a la mayoría no hace falta decirles nada, a los que sí, te salen con alguna excusa: era para fumar, ha sido solo un momento...".

Esa merma de clientes que sufrió ayer el mercadillo la lleva notando varios días la hostelería de la villa. Ante esta situación, la Asociación de Hosteleros de Aranda y la Ribera, Asohar, estudia la posibilidad de "iniciar acciones legales en un futuro en defensa de los intereses del sector" y en contra de la decisión de confinar Aranda de la Junta. En un comunicado, Asohar ha lamentado "profundamente la vaguedad de la orden de confinamiento publicada en el Boletín Oficial de la comunidad autónoma, donde solo se recogen las estrictas limitaciones a la movilidad de la población, sin especificar qué deben hacer los establecimientos de hostelería. De hecho, las recomendaciones lanzadas a la población de salir de casa exclusivamente para lo imprescindible se contradice con la del permiso para celebrar reuniones de hasta 10 personas".

"Queremos hacer constar que la hostelería de Aranda y la Ribera depende en un gran porcentaje de la población que viene de fuera y que el cierre de la ciudad está provocando numerosas anulaciones de reservas. La asociación considera que está recibiendo un trato inmerecido y un nivel de desprotección que va a agravar económicamente aún más la complicada situación que dejó ya anteriormente el estado de alarma", continuaba el comunicado, en el que Asohar anunciaba que están "trabajando para abrir una vía de diálogo con la Junta de Castilla y León con el objeto de que escuche las consecuencias que tiene en nuestro sector las decisiones adoptadas y buscar soluciones".

Como no podía ser de otra forma, el confinamiento de Aranda de Duero tiene sus efectos en el resto de la comarca. Estos se notaron ayer de una forma más que llamativa en Roa. El municipio amanecía lleno de forasteros y nuevos vecinos. Aparcar a media mañana era incluso más difícil en la villa raudense que en la arandina. Una vez a pie de calle, las colas formadas en las puertas de los supermercados llamaban la atención, con hasta una decena de personas esperando a poder entrar.

"Pues ahora no hay casi cola", "ya se están agotando algunos productos", "hay mucha más gente de lo habitual, esto no es normal", eran algunas de las declaraciones de los que aguardaban a la puerta. Unos eran de pueblos pequeños que hasta ahora compraban en Aranda, pero que desde el jueves han cambiado destino, otros de Madrid, de Zaragoza... Costaba incluso encontrar raudenses y los pocos localizados contaban que se juntaba todo, que es agosto, que las fiestas serían en unos días y claro, que Aranda está confinada y "mucha gente se ha venido aquí". Todo ello entre terrazas también llenas.