Bastaba con ver la cara de emoción de un par de niños frente al escaparate de una juguetería de la plaza Mayor y a otro tirando del brazo de su padre para enseñarle todos los regalos que ha pedido a los Reyes Magos para definir la ilusión que consigue traer cada año la Navidad. Una época que poco tiene que ver este año con lo que estamos acostumbrados, y donde su principal característica de ‘familiar’ quedará fuera de la mesa al estar prohibidas las grandes reuniones. Pero eso no quiere decir que la magia que generan estas fechas haya desaparecido de las calles de la ciudad.
Los villancicos, las luces y adornos, y las compras típicas de estos días están consiguiendo animar unos espacios de los que la tristeza y el silencio se habían adueñado en los últimos meses. El virus no ha dado tregua y ha golpeado con fuerza. Pero la sensación ahora al recorrer las principales calles de la ciudad es que las sonrisas están de vuelta, aunque de momento solo se puedan intuir tras las mascarillas. Aunque si hablamos de aquello que ha conseguido llevarse todas las miradas no hay duda de que el enorme regalo luminoso con música situado junto al Fórum Evolución vence por goleada. Nadie se quiere quedar sin su vídeo o foto junto a dicho adorno y, respetando las distancias de seguridad, cada tarde se acumulan a su alrededor un buen número de burgaleses.
Los planes para estos días son muy limitados puesto que aún hay notables restricciones. Así que disfrutar del casco histórico y su actual decoración se alza como la opción favorita para disfrutar del fin de semana. Así lo demostraba ayer un concurrido paseo del Espolón o las colas en diferentes establecimientos de ropa. La peatonalización de la calle Santander o San Pablo lograba evitar las temidas aglomeraciones, sin embargo, esta medida seguía generando confusión en la plaza del Cid -como el día anterior- con los coches que salían del garaje de la plaza Mayor.
Los bares tampoco se quedaban atrás como opción elegida para pasar la tarde, aunque hubo que esperar a que parase la lluvia para poder disfrutar de las terrazas. Y cómo no, también triunfaban actividades para los pequeños de marionetas, magia o conciertos. De lo que no hay duda viendo este retrato de la ciudad es que había ganas de volver a disfrutar y al menos la Navidad ha traído un poco de luz entre tanta oscuridad.