Resulta que el sábado volvió a convocarse una concentración en defensa de una sanidad pública de calidad y, ¡oh sorpresa!, apenas acudieron unos 250 arandinos a la Plaza Mayor. Si no tuviéramos las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, la asistencia habría disminuido a buen seguro. Ya se sabe que ahora, de repente, a todos los políticos les entran las prisas por figurar en multitud de lugares... Me pregunto dónde han estado los últimos cuatro años. En fin. Al margen de egos y postureos, lo cierto es que la cita para reclamar mejores servicios sanitarios dejó una aportación clave por parte de la Plataforma por el Ferrocarril Directo: generar sinergias y trabajar en equipo. No son palabras vacías.  

Se trata de pelear por lo que verdaderamente importa desde diversos frentes. Algunos se preguntarán qué tiene que ver la sanidad con el tren. Pues mucho. Porque como advirtieron desde la citada plataforma, los médicos que vienen a trabajar a Aranda se marchan en cuanto tienen la oportunidad porque la carretera, especialmente la N-122, es peligrosa. Transitar por esta vía a diario implicar jugarse la vida. Y tren no hay. 

Lo dijo claramente el gerente del Hospital de los Santos Reyes, Evaristo Arzalluz, en un reportaje publicado en este diario. «Algunos médicos han renunciado a la plaza por este riesgo o han pedido excedencia porque les resulta implanteable dedicar tanto tiempo a desplazarse para ir al trabajo y, sobre todo, correr tanto riesgo. El problema es el riesgo». ¿Ahora lo entienden? ¿Se dan cuenta de la importancia de sumar fuerzas? ¿De que no nos podemos permitir ni un día más sin unas infraestructuras óptimas? 

La N-122 suma más de 25 años de promesas. Se dice pronto. 25 años esperando la autovía. 25 años acumulando muertos y heridos. El hartazgo es total. Ahora bien, hay que seguir levantando la voz. ¿Hay alguien ahí?