Carlos Alonso de Linaje

Crecimiento económico

Carlos Alonso de Linaje


Descontento

09/11/2022

Hace tiempo, en una reflexión sobre la realidad más acuciante, un político cercano dijo que lo mejor de las campañas electorales es que se terminan. De este hecho hace ya varios años y lo cierto es que en la actualidad estamos en permanente campaña electoral, para castigo de todos nosotros. Uno de los resultados más palpables de esta situación es el intento de unos y de otros de erigirse en salvadores de la patria, para lo cual, primero hay que vender un estado de catástrofe inminente. Cuanto más cerca de una cita electoral, se produce más presión a la ciudadanía y a los medios de comunicación para su difusión. 

El problema es que no siempre se puede controlar la dosis de descontento que se inflige a la población para poder resolverla con medidas placebo o soluciones ideológicas. En estos días y conforme nos acercamos a la primavera electoral del año veintitrés podemos observar como cada partido acerca el ascua a su sardina movilizando a sus acólitos para conseguir poner en duda la calidad de vida alcanzada gracias al esfuerzo de todos. Si nos empeñamos en incidir en aquello que nos falta, denostando todo lo conseguido, alcanzaremos un grado de frustración difícil de soportar. Y aunque parezca mentira esta es la espiral en la que nos encontramos.

Generar descontento entre la población no mejorará nuestras vidas. El único modo de avanzar es alcanzar objetivos comunes con el esfuerzo conjunto sin segregar a nadie por motivos arbitrarios. Cuando se pretende sembrar la insatisfacción de forma generalizada es probable que no exista medida suficiente para generar un ambiente de crecimiento y desarrollo social que cubra las necesidades de la población. En los últimos días en los medios de comunicación se compara la situación económica de España con otros países de nuestro entorno, dando cifras sin ponerlas en relación con los niveles de precios de estos países, arrojando una imagen deformada en la que España siempre está peor. La percepción de la realidad siempre tiene un componente subjetivo, que por nuestro bien ha de ser esperanzadora.