Fernán Labajo

Plaza Mayor

Fernán Labajo


El puerto de las 4

07/07/2020

En un Peugeot 309 rojo nos metimos cinco personas a finales de agosto de 1996 para ver a uno de los mejores elencos de ciclistas que ha pasado por Burgos. En Roa, en el inicio de una etapa que terminaba en las Lagunas de Neila, se dieron cita Jalabert, Virenque, Rominger y un Miguel Induráin que se acercaba a la retirada a pesar de haber ganado unos días antes la medalla de oro en los Juegos de Atlanta. Decenas de chavales rodeaban al navarro en la línea de salida. Mi tía se abrió paso entre ellos, se subió en su bici  y le pidió un autógrafo para sus sobrinos al grito de «guapo». Supongo que a veces hay que mentir para hacer felices a los niños. De aquella carrera nos llevamos su garabato, fotos, dos botellines de Banesto, dos de Gewiss y una gorra de la ONCE que el mismísimo Manolo Saiz guardaba en la parte trasera del coche. 

Pero lo mejor de aquellos días era estrenar el material para ir a las piscinas del pueblo de al lado. En la salida nos juntábamos unos 20 chicos ataviados con el equipo profesional para una etapa que empezaba después de comer, cuando el sol más apretaba. Iniciábamos la marcha en pelotón, pero a eso de las 4, en la subida al puerto, una pequeña colina que se formaba en la carretera a mitad de camino y que se hacía interminable, los más intrépidos se escapaban para llegar al esprint a una meta de agua donde continuaba la diversión de un verano que agonizaba. La Vuelta a Burgos era el tema de conversación de sus últimos coletazos, el símbolo del ocaso de la libertad.

La ronda a la provincia promete convertirse en menos de un mes en una superproducción, el lugar de encuentro de unas estrellas que buscan brillar en una temporada extraña. Será como volver a aquellos años de carreras improvisadas por las calles de los pueblos, con el bocata de chorizo en la boca y la vista puesta en el fondo azul de la pileta.