No puedo por menos que mostrar la fascinación que me ha producido la visita a la exposición de fotografías que bajo el título España Adentro se viene desarrollando desde hace unas semanas en la Casa del Cordón organizada por la Fundación Caja de Burgos. He de confesar que siempre tuve admiración por Cristina García Rodero. Me sedujo su libro España Oculta, en la que no faltaban algunas fotos del entorno burgalés, como la Fiesta del Colacho, y en la que se plasmaba la imagen de un país que, a pesar de haber sido fotografiado en los últimos años del siglo XX, aún parecía derivarse del siglo XIX y en la que casi tomaban vida muchos de los lienzos de Gutiérrez Solana. Sus magníficos trabajos unen el valor de lo antropológico con el de la poética de lo auténtico en blanco y negro, generando una sensación de proximidad que a veces adquiere tintes entrañables y, en otras ocasiones, grotescos. Hoy los burgaleses tenemos la oportunidad de reencontrarnos con la obra de la que es, probablemente, una de las fotógrafas españolas más reconocidas y valoradas internacionalmente.
Junto a García Rodero, se exponen trabajos de Rafael Sanz Lobato y Fernando Gordillo, lamentablemente desaparecidos en 2015, que como pocos han sabido extraer la fuerza de las imágenes a través del blanco y negro. El primero destaca por su visión pictorialista muy próxima a la de Ortiz Echagüe como se evidencia en sus magníficas fotografías de la Semana Santa de Bercianos de Aliste (Zamora). El segundo ha sabido plasmar como nadie la imagen de las clases populares españolas del Tardofranquismo y la Transición en su vida cotidiana. Cristóbal Hará, que ha hecho del color su modo de expresión, es probablemente quien mejor ha captado el espíritu de la Galicia profunda representada en algunas de sus más bizarras tradiciones como la Rapa de bestas o las fiestas de difuntos de aquellos territorios del occidente hispano. A través de todas sus fotografías nos acercamos a una España que parece lejana pero que se hace actual a través de rostros y escenas que tienen una enorme carga de inmediatez y en las que lo poético, lo antropológico y el fotoperiodismo se unen sin solución de continuidad en un país castizo y atemporal.