Guillermo Arce

Plaza Mayor

Guillermo Arce


Cincuentones

21/02/2023

No, no es la nueva serie de Netflix, es la realidad de una cuarta parte de la población activa de Burgos, 42.600 personas que ya han cumplido los 55 años (o más) y que, en el peor de los casos, están en la búsqueda desesperada de un empleo antes de la jubilación o, en una inmensa mayoría, enfrentados a un futuro profesional más o menos brillante, muchas veces monótono y repetitivo, una década por delante sin recorrido claro y sin alicientes. La sociedad está cambiado rápidamente, envejece en todos sus rangos de edad, también por encima de los 50, pero el mercado laboral sigue en sus trece: penaliza trayectorias, experiencias y edades en favor de unos jóvenes valores cada vez más escasos, algo que hasta ahora podría ser natural y hasta saludable, pero que empieza a ser contranatura.

Porque no nos engañemos, nuestra sociedad actual es contranatura y no la salva ni la robótica ni la inteligencia artificial. Es ya muchísimo más adulta/vieja que joven y, o nos adaptamos a este desequilibrio vital creciente, o nos caemos todos. Hace 20 años, los trabajadores mayores de 55 apenas suponían un 12% de la población activa en Burgos. Hoy son el doble, y el desempleo y la falta de oportunidades abundan entre ellos.
Según la última EPA, hay 42.600 activos entre esas edades en Burgos y solo 6.700 entre los 20 y 25 años. Además, el sistema público, sí o sí, quiere activos veteranos durante muchos años porque los inactivos son cada vez más ancianos y exigen más cargas al sistema. Es decir, hay que alargar vidas laborales y carreras de cotización pese a quien le pese porque es imposible pagar jubilaciones. Mientras sistema público caduca; las empresas, en muchos casos, van por otro lado: descartan a los mayores de 50 años en un cajón de sastre a costa de su productividad...  

Los jóvenes, además, no solo son pocos, sino que, en muchas ocasiones, no quieren trabajar en las condiciones que están viendo que lo hacen sus antecesores de más de 55 años. Para llegar a esas vidas grises mejor no empezamos esta carrera, se dicen, y hacen muy bien. En sus manos está el cambiar un mundo laboral que sigue anclado en consignas del pasado, flexible para lo que quiere y cegado ante una realidad del mundo profesional que tiene que cambiar si las empresas quieren captar y conservar talento y, sobre todo, generar ilusión.