Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Espíritu olímpico

19/07/2021

Quinta ola funesta nos oprime el pecho cuando el verano debería venir cargado de días soleados para disfrutar de la vida y los placeres, y también para celebrar el símbolo más antiguo de la virtud de los hombres, las olimpiadas, en las que el esfuerzo, el valor y la excelencia humanas son cantadas al mundo entero y premiadas con el oro que al hombre engrandece.

Así hablaría Píndaro, el primer poeta y periodista deportivo, que hace más de 25 siglos, en sus odas Olímpicas contó las hazañas de atletas como Jenofonte de Corinto, el deportista más completo y laureado de su época, que ganaba en carreras cortas y largas y también en pentalón. Siglos después otro poeta romano llamado Juvenal nos enseño que mens sana in corpore sano es el secreto de la virtud, la salud y la felicidad, y muchos siglos después Sir W. Osler, uno de los padres de la medicina, asegurada que practicar ejercicio no sólo era una buena recomendación higiénica, sino un signo de sana moralidad. 

Ahora los periodistas son más prosaicos, nos cuentan las hazañas a gritos en vez de recitando; los sabios son más científicos, demuestran las virtudes saludables de deporte en estudios de gran impacto; y los ciudadanos somos más perezosos, admiramos a los héroes del deporte acomodados frente al televisor. Pero estamos en tiempos funestos y no estaría mal que recobrásemos el espíritu olímpico, que incluye la práctica del ejercicio saludable que nos hace estar y ser mejores, la belleza que engrandece a las almas humanas, la cooperación y la convivencia que nos alía contra las debilidades y carencias, y la compasión para con los más vulnerables y afligidos. 

Leamos pues a los clásicos que nos orlan la vida, aprendamos de los modernos que nos enseñan su ciencia, e incorporemos el espíritu de los Juegos Olímpicos a nuestras vidas. Si lo hacemos estaremos más protegidos contra la ignorancia que nos despoja, contra la anomia que nos enferma y mata, contra las pendencias que nos desorientan y angustian. 

Mas si todo eso no te fuera posible, al menos ponte ante el televisor a contemplar las hazañas de los héroes, pero hazlo encima de tu bici estática, con una copa bien fría de bebida isotónica, y ruega a los dioses su protección, como hacía Píndaro en su oda al atleta Jenofonte: ¡Zeus, que todo lo cumples, danos modestia y una dulce fortuna de gozos!