La primavera es la estación del año en la que se produce la renovación de la naturaleza. Comienza la floración que con posterioridad dará lugar al fruto, crecen los cereales y se cubren los árboles de hojas. Es el momento propicio para el crecimiento y renovación natural de las cosas. Buscando la similitud con nuestro medio natural, nuestra provincia se encuentra en un momento donde necesitamos del crecimiento y renovación, en este caso de las infraestructuras. Las noticias de las últimas semanas, donde la planificación en el desarrollo de uno de los grandes proyectos, como es el Corredor Atlántico, han dejado fuera a nuestra provincia ha hecho que despertemos del letargo invernal. Y con letargo invernal no me refiero a la estación, que justo termina, sino al conformismo castellano tradicional. 

Es cierto que todas las demandas nacen con un detonante que activa y despierta la necesidad de reivindicar. En este caso, la exclusión injustificada e injusta de una infraestructura necesaria que potencia nuestra ubicación clave. Un factor fundamental a tener en cuenta es que la exigencia nace del malestar de la ciudadanía, compuesta por todos los integrantes de la misma, la vertebración de la sociedad civil es un motor imparable. Es cuando menos sorprendente que la reacción de los políticos se haya producido tarde, en respuesta a la demanda ciudadana, cuando su deber hubiese sido velar por los intereses de la provincia para obtener el mejor de los escenarios para la sociedad en su conjunto. Estamos ante una oportunidad para pasar de la 'queja de bar' a la petición razonada de aquello a lo que tenemos derecho y se nos niega sistemáticamente. 

Tenemos que pensar que las infraestructuras son el motor que permita un futuro optimista para las generaciones venideras. Es cierto que la plataforma que se está conformando debe hacer un esfuerzo por ser concisa y precisa en las peticiones. manteniéndose firme en el tiempo. Tenemos un buen ejemplo en nuestra ciudad con la reivindicación del entonces nuevo hospital.