El Ayuntamiento ha anunciado que gastará casi ochocientos mil euros en la reforma de la perrera municipal. No sabemos cuáles son las carencias de la instalación, que deben ser tantas que precisan tan elevado importe, pero se nos antoja que a partir de la renovación, los perros no van a querer salir de allí para ir a pasar sus días en un pisito de protección oficial; aún más, se fingirán desnortados por esas calles de Dios y del diablo para que los lleven a la perrera y los colmen de mimos veterinarios. Se acabó aquello de la vida perra, y lo de buscar mendrugo en perrera, vana quimera. Estamos cargándonos la sabiduría popular y el refranero y poniendo en solfa las sentencias de Sancho Panza, que advertía que todo el mal viene junto, como al perro los palos, porque ahora al que da palos al perro con instinto cainita lo llevan al calabozo, que en el Burgos de otro tiempo se llamó popularmente la perrera.
Mientras los autónomos y otros colectivos se las ven y se las desean para cobrar unos eurillos municipales que les ayuden a sobrevivir en tiempo de pandemia, el alcalde de la Rosa dedica ochocientos mil del ala a dorar jaulas para perros y va a tirar trescientos mil más al Arlanzón por imposición de su conmilitón, el virrey Marañón, porque este es el presupuesto del concurso de ideas del proyecto que va a hacer de la orilla del río un paraíso de trinos, sol y amenidades. Alfonso Guerra dijo con júbilo cuando los socialistas ganaron las elecciones de 1982, que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió, y lo mismo vamos a tener que decir de Burgos con este proyecto del tándem De la Rosa-Marañón que pretende un lifting fluvial, un rejuvenecimiento del río, que en Burgos siempre ha sido lento, sobrio y lírico, bordeado de sereno y pausado verde. Cuando no es una crecida de agua, es un concejal, pero las orillas del Arlanzón siempre están a un tris de perderse. 
Aunque son molinicos de poca agua, quien escriba las biografías de alcalde y vicealcalde que no olvide anotar lo de la perrera y lo del río, que estos hombres están en todo. En todo menos en lo que importa.
mariajesusjabato@mariajesusjabato.com