Rosalía Santaolalla

Sin entrar en detalles

Rosalía Santaolalla


Contigo aprendí

01/01/2021

Lo único que nos faltaba es que la maldita pandemia se llevara al último romántico. Con 16 o 17 años, lo mismo cantábamos un tema de Extremoduro que un bolero. Qué no habrán oído aquellas paredes de las tiendas de campaña. No teníamos ni idea de lo que venía por delante y ya Armando Manzanero nos inspiraba con aquello de Contigo aprendí (…) a hacer mayores mis contadas alegrías. Lo malo es que cuando tenemos el callo suficiente para entender todo lo que dicen las letras de las canciones de amor, dejamos de creérnoslas. Eso sí, me gusta pensar que si llego a los ochenta y tantos de mi exsuegra, que es y está estupenda, las cantaré con la misma pasión que ponía cuando tenía diecisiete y pensaba que entonaba bien. 
A la vez que escribo esta última columna del 2020, un señor llamado Roberto, que igual también ha canturreado boleros alguna vez en sus 87 años, ha sido el primero en vacunarse contra la Covid en Burgos. Hace un año, ni se imaginaba que iba a salir en los papeles por un pinchazo. Como nadie -incluidos los que siempre parecen saberlo todo y que ahora se ceban en cada detalle que consideran equivocado- podía pensar que estos últimos nueve, diez meses iban a ser así: extraños, tristes, llenos de errores, de miedo, de incertidumbre, de despedidas.
Sí, ha sido un año sin abrazos y sin besos. Y con todo eso, ha sido el año de las personas. En el que hemos conocido la cara de algunos vecinos asomados a sus ventanas a las ocho de la tarde. Ese en el que le hemos enseñado a los padres a enfocar las cámaras de los móviles. El de los vermús eternos a través de una pantalla. El de los amigos. El de los grupos de WhatsApp con decenas de recomendaciones de series y de discos. El de los mensajes, las llamadas y los memes que nos han mantenido cuerdos a base de sentido del humor. Y ha sido el año de las personas que trabajan con personas: sanitarios, sí, pero también trabajadores sociales, empleadas de ayuda a domicilio, auxiliares en residencias de ancianos. De ellos hemos aprendido también unas cuantas cosas. No estaría de más reconocérselo.