Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Salir de la foto

15/06/2020

La fotografía, ese átomo de vida robado al tiempo que tiene la virtud de inmovilizar un pedacito de historia, siempre ha ejercido en nosotros un poder especial de convicción. Por eso mismo, no son pocos quienes pretenden contravenir sus razones eternas y adulterar su condición documental. Es tristemente célebre el «fotoestalinismo», práctica de aquel régimen soviético adelantado del Photoshop que eliminaba de los archivos gráficos, y de la memoria oficial, a las víctimas de las sucesivas purgas políticas. Y los modernos soportes digitales permiten desde hace años no solo corregir defectos técnicos, sino también crear artificiales zonas de sombra, enfatizar arteramente un contraste o escamotear al escrutinio público carnes desdichadas, una tentación por la que se deja seducir en ocasiones incluso la prensa más seria.
Ajeno a las sutilezas del retoque fotográfico, don Vicente Marañón prefiere tomar la calle de en medio y ha exigido a don Daniel de la Rosa que saque de su despacho una fotografía en la que el socialista festeja con un grupo de simpatizantes su elección como alcalde de la muy noble ciudad de Burgos. Al parecer, y según ha explicado De la Rosa a este periódico, el líder de Ciudadanos se siente «agraviado» por una imagen que capta algo tan natural como la celebración de una investidura democrática, y, en consecuencia, se le llevan los diablos cada vez que pasa debajo de la foto de un alcalde que, por esas cosas de la vida, resulta no ser él mismo.
Habrá quien encuentre enternecedor, como le ocurre al propio De la Rosa, que al señor Marañón le escueza tener que contemplar a diario el reflejo de su propio fracaso. Por qué el regidor ha consentido en descolgar la fotografía en cuestión constituye asunto mucho más inquietante; tanto, que a muchos nos mueve a preguntarnos por la autoridad efectiva de nuestro alcalde, tan necesitado del cariño de Ciudadanos que no solo admite trágalas como la extravagancia del Burgos Río, sino que llega a tolerar imposiciones caprichosas que rayan en la humillación personal.
Porque el asunto de la foto de marras, más que una anécdota, se antoja un síntoma de por dónde puede discurrir en lo sucesivo el gobierno municipal. De momento, miren al pajarito.