A pesar de que la situación del medio rural es dramática -el 50% de los municipios corre el riesgo de desaparecer según la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP)-, la España poco poblada huye del victimismo. Reconforta el hecho de que la lucha contra la despoblación emerja con un discurso más positivo y con cientos de iniciativas por todos los rincones de nuestro país para revitalizar los pueblos ante la inacción política.

Existen un sinfín de buenas prácticas promovidas por un cambio de mentalidad, de gente cualificada, con compromiso e ideas, que ha vuelto al mundo rural y trata de presentarlo como un lugar atractivo. Ahí está, por ejemplo, El Hueco, un espacio de emprendimiento social en Soria que ha promovido la Feria Presura o el proyecto Terris, cuya base es la inteligencia colectiva. 

Parece que todos estamos de acuerdo en que toca pasar de los cuentos a las cuentas... menos quienes nos gobiernan. Me pregunto a qué esperan. ¿En qué piensa, por ejemplo, la Junta de Castilla y León? 

Todos los actores implicados en el medio rural reclaman medidas reales a las distintas administraciones. Insisten una y otra vez en que sobran diagnósticos y faltan acciones. Vamos, que se habla mucho de este tema, pero se hace muy poco. Y, claro, ya se sabe que iniciativas sin presupuesto no son más que papel mojado.

Aprovechemos el momento. Apartémonos de los enfoques pesimistas que trasladan ideas como que el campo está vacío o que quienes viven en él son gente deprimida que se quedaron porque no tenían un lugar mejor al que marcharse. Y, sobre todo, reclamemos de una vez por todas a los gobernantes que se dejen de tanta palabrería. No hay tiempo que perder.