Ebrovisión se respira por los cuatro costados

AARÓN C.C. - Ó. CASADO
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Además de los conciertos, los asistentes continúan con la fiesta en el camping del polideportivo y en el aparcamiento de Bayas

Dani ha conseguido que sus amigos se animen a disfrutar de Ebrovisión. - Foto: Alberto Rodrigo

Vienen de muchos rincones repartidos por toda la geografía nacional, pero indiferentemente de la procedencia, el dialecto común que se habla en Miranda durante el fin de semana es el de la diversión y el buen ambiente, acompañado siempre por los acordes y melodías de los grupos que toman parte en esta edición de Ebrovisión. 

Desde primera hora de la tarde de ayer, un goteo de personas fueron llegando progresivamente hacia el polideportivo de Anduva, lugar de peregrinaje para todos aquellos feligreses que han decidido hacer un hueco en sus agendas para acudir a disfrutar de la música propia de Ebrovisión. Durante el transcurso del evento se espera la llegada de mayor cantidad de foráneos, pero en las primeras horas las parcelas más cotizadas quedaron cubiertas por los pocos valientes allí presentes. Las tiendas de campaña con sus respectivos anclajes dieron paso al despliegue de mesas, sillas y neveras por parte de los campistas.

Muchos de los festivaleros son viejos conocidos del certamen, como Javier y Julen, vitorianos que acuden a Miranda desde hace ya más de una década. «Es un festival muy especial, tiene un ambiente único que lo hace diferente al resto de eventos en los que hemos estado anteriormente», afirma Javier.

Dani ni siquiera recuerda cuándo comenzó a acudir aquí, pero con el paso de los años ha conseguido 'arrastrar' a su entorno más cercano, de forma que su tienda con capacidad para 7 personas es de las más lujosas de toda la zona de descanso. Una de los aspectos que destaca se encuentra en la comodidad y cercanía con el pabellón de Bayas, donde se celebran los conciertos. 

Sobre el cartel de este año, creado a base de emoticonos, muchos hacen sus cábalas acerca de los artistas que puedan esconderse tras los acertijos. «Es muy original que se haga así, pero hacerlo más de un año creo que no sería bueno», declara Dani.

Este formato tan innovador ha pillado por sorpresa a algunos, como a los madrileños Alberto y Adrián, que compraron las entradas el 28 de diciembre y después se dieron cuenta de que no conocían a ninguno de los artistas que acudían porque se trataba de una inocentada. «Va a ser interesante porque pese a ser sorpresa han vendido todos los abonos, eso es algo que me inspira bastante confianza», confirma Adrián.

Mientras en el camping del polideportivo terminaban de montar las tiendas los foráneos, en el Multifuncional Ebrovisión empezaba a latir. Lo hacía tanto dentro como fuera del recinto y sobre todo con gente de la ciudad. Leire, Sara, Edu, Álvaro y Gonzalo formaban uno de los muchos grupos de mirandeses que calentaban motores antes de colocarse la pulsera y entrar al pabellón de los conciertos. 

Los nervios y las ganas se mezclaban a partes iguales en los momentos previos antes de acceder al recinto, en una edición en la que «todavía estamos intentando adivinar qué artistas vienen». En su grupo de WhatsApp, como en muchos otros «hemos hecho muchas porras, pero seguramente no hayamos acertado ninguno», bromeaban.

En esta primera jornada la mayoría de los ebrovisivos eran de Miranda. Irati, Laura, Ana, Edu, Inés, Alicia, y Carmen se definían como «los más ebros». En su caso, al margen de ser todos de Miranda, la mayoría residían fuera: Salamanca, Málaga, Burgos, Madrid o Vitoria. Aún así explicaban que juntarse por el festival suponía una tradición inquebrantable, por lo que la celebración de Ebrovisión supone una vuelta obligada a casa. 

Dentro también había gente disfrutando de la música desde las 19.10 horas cuando Jordana B sonaba en el escenario La Salve&Estereoclub. Aitor era uno de los ebrovisivos y reconocía que «después del parón hay ganas». No es para menos y quién toque casi no resulta relevante «porque lo importante es pasarlo bien y con la trayectoria que tiene el festival seguro que viene gente de nivel y estará genial».

Javier afirmaba con orgullo que vino el primer año, luego tuvo un parón y ha vuelto los últimos diez o doce, por eso no tuvo que pensar mucho si volvía o no. «Siempre cojo los abonos en cuanto se puede y siendo sorpresa todavía mola más el festival», comentaba.

Raquel y Marta charlaban mientras vivían los últimos compases del concierto. Las dos son fijas, pero tienen las mismas expectativas que todos los que llegarán estos días a la ciudad. «Esperamos mucha fiesta porque hay muchas ganas», reconocía Marta, sobre todo porque en el festival «la buena música y el ambiente están asegurados», zanjaba Raquel.