Los relieves de Quintanilla de las Viñas vuelven a la vida

R.P.B.
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Han sido sometidos a un lento proceso de secado y a la eliminación de líquenes que los habían cubiertos casi por completo tras haber pasado mucho tiempo a la intemperie de un clima muy húmedo

Luis Araus, conservador del museo, observa las piezas. - Foto: Luis López Araico

Cuando regresaron, estaban llenos de verdín, hongos y líquenes. Demasiado tiempo de intemperie en el húmedo clima londinense. Pero un año y medio después de que fueran recuperados por Arthur Brand, el Indiana Jones del arte, los relieves visigóticos de Quintanilla de las Viñas -depositados en el Museo de Burgos desde su regreso a España- ya lucen en todo su esplendor. Ha sido gracias a un largo y minucioso proceso. "No han sido restaurados; han sido estabilizados. Vinieron en unas condiciones pésimas por haber estado en el exterior y en un clima lluvioso y húmedo. Lo que hemos hecho ha sido proceder a un secado lento, porque era necesario que se secaran por dentro, ya que al ser piedra arenisca es como una esponja", explica Marta Negro, directora del Museo de Burgos.

Gracias a la radiación magnética se ha podido comprobar que el secado interior de los sillares se ha conseguido; en cuanto al aspecto exterior, las piezas han sido perfectamente limpiadas de todos los líquenes y verdines exteriores. "Ahora estamos a la espera de unos resultados que hemos enviado a Simancas para ver si algún elemento patógeno ha podido entrar; en caso de que esos análisis químicos fueran afirmativos en este sentido, entonces sí tendríamos que proceder a su eliminación y su restauración", apunta, si bien confían en que no sea necesario. Con todo, en el museo están muy satisfechos de la tarea realizada. "Hemos conseguido que las piezas hayan vuelto a su ambiente natural; se han vuelto a adaptar, a acomodar a las condiciones que tenían antes de que fueran robadas y pasaran años al aire libre", subraya Negro.

Si todo va como imaginan, pronto podrán ser exhibidas al público. Estas piezas, que datan del siglo VII, fueron robadas en el año 2004. Tras un periplo que las llevó a Francia y de allí a Londres, terminaron en el jardín de una acomodada familia londinense, hasta que en 2019 fueron localizadas y recuperadas por Arthur Brand y devueltas a Burgos.