Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


De mudanza

09/05/2022

Mi vecino del séptimo, que es prejubilado de banca y ha acabado hasta la coronilla de la gimnasia hipopresiva y de los talleres de estimulación cognitiva, se borró hace meses del club de la tercera edad del barrio y se ha sacado el título de maestro de Feng Shui, así que se pasa todo el santo día dándome la pelmada con el yin, el yang, la integración de los cinco elementos y los distintos tipos de energías que activan el universo. Orgulloso de su taoísmo de vídeo tutorial, me intenta convencer de que el espacio que nos rodea y todo lo que hay en él constituyen un factor clave para nuestra paz interior y pueden obrar efectos salutíferos en nuestra psique, y de paso se ofrece a ayudarme a redecorar mi casa porque, en su docta opinión, mover de vez en cuando el mobiliario, además de brindarnos la excusa perfecta para hacer una limpieza en condiciones de una santa vez, nos ayuda a dotar a nuestra existencia de equilibrio y armonía.

La concejala de Festejos de nuestro suelo bendito, Blanca Carpintero, parece abrazar los principios del Feng Shui con un entusiasmo similar al de mi vecino, y ha fiado el éxito del nuevo modelo festero que propone el Ayuntamiento al mero expediente de cambiar las cosas de sitio: así, las barracas se mudan del polígono docente hasta Villatoro por no molestar al vecindario; los conciertos de música que en los últimos años se celebraban en el paseo de Atapuerca se trasladan a la plaza de Santa Teresa para que nadie se ponga a pisar las flores; y el sitio libre que quede frente al Museo se va a aprovechar para instalar allí las casetas de la llamada Feria de Tapas por ver si el certamen hostelero recupera algo del lustre que le adornó un día.

Hagamos votos, claro que sí, que todo este trajín ayude a alumbrar unos sampedros algo menos mortecinos que los que hemos padecido en los últimos años, que se acabe desfaciendo el entuerto con la empresa concesionaria del Coliseum para que se puedan dar toros en las fiestas y que nadie tenga que acordarse de lo que escribió Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El gatopardo: «Hace falta que algo cambie para que todo siga igual».