Un AVE con clientela fija

H.J.
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Cuatro usuarios frecuentes del ferrocarril, que por razones laborales o personales realizan habitualmente el trayecto de Burgos a Madrid o Valladolid, se felicitan por la puesta en marcha y subrayan las ventajas de viajar en tren

Óscar Esquivias, Ángel Citores, Fernando de la Parte y Guillermo Plaza.

Óscar Esquivias, burgalés residente en Madrid

«Es un paso de gigante aunque temo que sea caro»

Se define como «cliente nato de los transportes públicos» por la sencilla razón de que no sabe conducir. El escritor burgalés Óscar Esquivias depende por completo de los trenes, los autobuses y los blablacares (o los amigos) para ir a todas partes, así que se mueve como pez en el agua entre horarios y combinaciones cuando piensa en desplazarse a cualquier ciudad.

Residente en Madrid desde hace unos cuantos años, vuelve frecuentemente a su ciudad de origen para quedarse a orillas del Arlanzón o para ir a su pueblo, Villandiego, y durante una época fue usuario habitual del tren directo por Aranda. «Muchas veces fui el único cliente y tenía todo el tren para mí. Los revisores incluso me preguntaban hasta qué película quería ver de las que tenían disponibles y un día un interventor me echó la bronca porque dijo que cada viaje mío le costaba a las arcas públicas tres millones de pesetas. Incluso los personajes de mis novelas viajan en tren», relata desde la capital de España.

Ahora, ante la inminente puesta en marcha del AVE, Esquivias celebra la noticia «porque es un avance enorme respecto a lo que tenemos y era una vergüenza que Burgos no estuviera en la red de alta velocidad, un lugar tan estratégico y un sitio histórico de paso que no ha tenido políticos para saber defender sus infraestructuras».

Insiste Óscar en que el cambio «es un paso de gigante, pero con el AVE yo temo que vaya a ser caro para quien lo utiliza asiduamente. Los kilómetros penalizarán al viajero burgalés frente a lo que podría haber sido una conexión por Aranda, porque esta gran obra solo tendrá pleno sentido cuando tenga continuidad hacia el País Vasco».

Además, advierte de que la estación de trenes «no está bien comunicada con la ciudad», al contrario de lo que sucede en otras capitales que también han sufrido la salida de la terminal ferroviaria de su centro, como el caso de Segovia. «No deja de ser un impedimento que además del coste de un billete», que no será barato porque se trata de un tren de altas prestaciones, «haya que sumar el pago de un taxi o estar esperando a los autobuses si no tienen unas buenas frecuencias».

Es, como resume, el «peaje» por haber sacado las vías del casco urbano, algo que también conoce de primera mano en el caso de Cuenca. En definitiva, Esquivias valora pros y contras. Las primeras tienen más peso pero las segundas no se deben minusvalorar. Porque hay muchos como él que no tienen otra alternativa de movilidad, por elección o por obligación, que el transporte público colectivo.

Ángel Citores, burgalés que trabaja en Madrid

«La comodidad que ofrece el tren no tiene precio»

Su cargo de responsable de salud laboral de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de Comisiones Obreras a nivel estatal le obliga a desplazarse entre tres y cuatro días por semana a a la capital de España. Durante un tiempo se quedaba a dormir en Madrid, pero se dio cuenta de que la gran ciudad no era para él, que los alquileres en el centro eran inasumibles, que los hoteles eran demasiado impersonales y que prefería volver a dormir a a su ciudad, a su casa de Burgos. 

Hasta ahora iba con su coche hasta la estación de trenes de Valladolid y allí cogía un AVE, un Alvia o un Avant, lo que mejor le pillase. Tenía que calcular más tiempos de desplazamiento y dejar el coche junto a la estación del Campo Grande. A partir de ahora solo tendrá que desplazarse desde su casa hasta Rosa Manzano y le bastará con una mochila al hombro para solventar la jornada laboral, arrancando en el tren más madrugador de las 7 de la mañana y regresando por las tardes. «El tren de alta velocidad es muy cómodo. Suele ser muy puntual y te permite ir trabajando o trabajando a bordo. Y sobre todo, volver a tu ciudad, a tu casa y con tu gente».

Pese a que el AVE no es un servicio económico, incluso optando por los bonos de viajeros frecuentes que ya se maneja a las mil maravillas, «al precio que está el combustible y con todos los demás factores compensa», asegura Citores, que también se ahorrará el párking del Campo Grande. «Será una maravilla no estar preocupado del coche, y todos esos son gastos. Yo voy a estar encantado».

La experiencia de este sindicalista le indica que cuando el servicio ferroviario es bueno la gente responde. Que la demanda depende muchísimo de la oferta, porque «muchos de los Alvia que yo suelo coger, que siguen hasta León o provienen de allí, van llenos y tengo que reservarlos con una semana de antelación». 

Habrá que esperar a comprobar si el tirón que tendrá el AVE burgalés es comparable a a todo esto que relata ángel Citores, algo en lo que tendrán mucho que decir los potenciales clientes del País Vasco, pero a él y al grupo de asiduos que seguramente se irá formando poco a poco, la entrada en la modernidad de la red ferroviaria y el recorte de tiempos de viaje les proporcionará una notable calidad de vida y una nueva perspectiva de sus relaciones laborales.

Fernando de la Parte, burgalés con trabajo en Valladolid

«Lo mejor es que te permite trabajar en el trayecto»

Cuando Fernando de la Parte era jefe del Área de Salud Laboral de la Oficina de Trabajo de la Junta no se tenía que preocupar demasiado por los desplazamientos hasta su oficina en la avenida de Castilla y León, en un bajo de los edificios rojos y amarillos que dan color al entorno de la glorieta de Bilbao. Pero desde que fue nombrado director general de Trabajo de la Junta de Castilla y León, a principios de mayo, debe viajar a Valladolid a diario, lo cual le ha provocado algún que otro quebradero de cabeza.  

Lo que tiene claro es que el AVE le va a facilitar mucho las cosas, y en muchos sentidos. Para empezar va a disponer de un tren que le va a dejar en Valladolid a «una hora decente», sobre las 8 de la mañana. En estos meses no ha podido coger el media distancia porque llegaba a su destino sobre las 9,30, «una hora a la que un jefe no puede llegar a su trabajo». Por supuesto, va a ahorrar  tiempo de viaje, también en el Alvia. Y, por si fuera poco, viajar en ferrocarril le va a permitir aprovechar mejor el tiempo, «pues el tren es el medio de transporte más adecuado para trabajar». «Te permite ordenar ideas, programar la jornada o incluso pegar ojo en algún momento, sobre todo al regreso, cuando llega ya uno cansado». afirma. Desde su nombramiento ha probado varias fórmulas para ir y venir de Valladolid. Una de ellas, por supuesto, el coche, pero le ha visto muchas desventajas. Para empezar, el coste del viaje, «con el precio del combustible ahora mismo resulta prohibitivo». Ahora bien, no se engaña, y sabe que el billete del AVE y del Alvia «sale carete», no es lo mismo que coger el media distancia, es pasar de 14 euros el billete a casi 30. Lo que pasa que ir en automóvil «impide trabajar y descansar», al margen de ser más peligroso.

Como buen experto en salud laboral, advierte de que el trayecto de ida en coche a Valladolid, «cuando está uno fresco, se hace con facilidad». «Lo malo es el regreso, cuando va uno cansado y hay que poner mucha atención a la conducción; por no hablar de que la A-62 es una autovía con mucho tráfico, sobre todo los lunes», explica. Como se aprovecha mejor el tiempo, se decantará por el tren. Además, en estas semanas que ha cogido el media distancia -sobre todo por las tardes- se ha dado cuenta de que en las estaciones de ferrocarril «se contemplan encuentros y despedidas que permiten concluir que no está todo perdido, que la gente no ha perdido los sentimientos ni las emociones». «Se ven escenas muy humanas, de hijos reencontrándose con los padres, de parejas despidiéndose, yo recomiendo mucho las estaciones como terapia», afirma bromeando.

Guillermo Plaza, abogado que viaja con frecuencia a Madrid

«Ahorras en tiempo, gasolina, párking y posibles multas»

Este abogado burgalés, hasta hace muy poco decano del Colegio Oficial, no es objetivo, lo reconoce. Más que un defensor acérrimo del tren es un apasionado de viajar en él. Con el AVE y con los Alvias se acortarán los tiempos de viaje a Madrid, ciudad a la que tiene que acudir por trabajo muchos días del año, con lo cual ganará en calidad de vida, en horas de sueño y en ocio.

Confiesa que en los últimos años se ha sentido decepcionado con el Ministerio por el retraso en la llegada del AVE a Burgos. Cuando en septiembre de 2018 tomó posesión como decano -un cargo que le iba a obligar a doblar el número de desplazamientos a la capital de España- se hablaba de que el tren veloz se pondría en marcha al poco tiempo, como tarde en 2020, de manera que se ilusionó. Ha dejado el puesto y justo en ese momento terminan las pruebas y el Gobierno de España anuncia su puesta en funcionamiento. «Me hubiera gustado tenerlo a disposición antes, pero voy a cogerlo igual, el AVE o el Alvia, porque éste también tiene buenos horarios de llegada a Madrid para un abogado, a las 10 o 10,30 puedes estar allí», indica.

Plaza valora, sobre todo, «la comodidad» y el hecho de que «permite trabajar». El AVE deja a los viajeros «en Chamartín, se evita el riesgo de un atasco a la entrada y se ahorra uno el párking, que en Madrid ya están por las nubes». «Después coges un metro y en poco tiempo estás en tu destino», agrega. Viajar en coche hoy en día «supone pagar un buen pico en gasolina, exponerte a multas y no se puede adelantar tarea». «Sin embargo, te sientas en tu asiento del tren y puedes preparar un caso, una reunión o llamar a un cliente», explica. También podría viajar en autobús, «pero no», este abogado prefiere el tren «de largo», porque «se puede levantar uno a la cafetería, hacer llamadas a clientes, es más cómodo y da más libertad».

Sobre el precio, no pone ninguna pega, aunque entiende que haya personas a las que les parezca caro. Ahora bien, él recomienda «hacer cuentas», porque dejar el coche en casa «ahorra no solo combustible, también tiques de aparcamiento, posibles multas, arreglos de averías o mantenimiento del coche». «Al final uno paga por el buen servicio y el AVE lo da; yo lo he visto en el de León, que lo he cogido varias veces, y viaja mucha gente en él, sobre todo los viernes por la tarde; así que algo bueno tendrá», concluye.