El sueño hecho realidad

Pilar Arlanzón Pablos
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Gustavo Dudamel cumplió el anhelo de su mentor, el maestro Abreu, de tocar en la Catedral de Burgos

El sueño hecho realidad

Quisiera comenzar este comentario felicitando a Gustavo Dudamel porque hoy se ha cumplido el sueño de su maestro y mentor, el compositor venezolano José Antonio Abreu, de tocar algún día la Misa de la Coronación en la Catedral de Burgos. No lo logró él, pero sí su discípulo predilecto. También quiero felicitar a la Fundación del VIII Centenario por el sueño de traer a Dudamel a la Catedral, que hoy se ha hecho realidad.

Había gran expectación ante la presencia de Gustavo Dudamel, el famoso director venezolano, que por donde actúa va sembrando el gusto por la música y yo acudí pensando en la frase que dijo Dudamel en la presentación de los conciertos «la música es el lenguaje de Dios de alguna manera y hacerla en la Catedral aún más».

A fuer de sincera, tengo que decir que superó y colmó con creces las ganas que había por presenciar su actuación y yo entendí lo que quiso decir con esa frase. A ello colaboraron sobradamente la profesionalidad y entrega las magníficas voces de los solistas, la orquesta y como guinda el laureado Orfeón Donostiarra. El programa elegido para la ocasión comprendía, en una primera parte, la Sinfonía nº 3 en la menor Op.56 de Félix Mendelsohn (1809-1847), conocida como ‘sinfonía escocesa’. Es una obra producto de las vivencias que tuvo en su breve estancia en tierras escocesas, aportando claras pinceladas de su rico y vivo folclor. Pilota la partitura en torno a dos reinas, María Estuardo de Escocia que pasaba por un momento difícil, de ahí la tristeza, la melancolía e incertidumbre expresadas en tonalidad menor, y en torno a la reina Victoria de Inglaterrra en momentos de triunfo, por lo que la obra acaba, inesperadamente, en tonalidad mayor, de forma triunfal en honor de la reina.

En los cuatro movimientos Mendelsohn reparte a cada instrumento el rol que la obra exige, logrando las sonoridades deseadas. Destacar el inicio lento y solemne expuesto por el viento (oboes, clarinetes y trompas) tocando un melancólico tema de balada a lo que contrapone la cuerda en un impresionante pianísimo que evoca el lirismo del paisaje. Quizás fue uno de los momentos más intensos de la obra.
Decir, también, que el Scherzo de carácter bailable con aire de gaita escocesa, sustituida por el clarinete apoyado sobre la cuerda grave a modo de bordón, fue un momento sobresaliente. Posiblemente este pasaje da pie al nombre de ‘escocesa’. Finalmente destacar el Adagio donde los violines interpretan una de las páginas más brillantes de la obra musical de Mendelsohn.

mozart en su madurez. La segunda parte del programa estuvo dedicada a W.A.Mozart (1756-1791) con su Misa de la Coronación en do mayor (KV317) compuesta para celebrar la Pascua del 1779 en la que ya aparecen su madurez compositiva, aportando grandes avances si la comparamos con el resto de misas anteriores. Posee un carácter claramente sinfónico y melódicamente es riquísima, acercándose al mundo operístico del compositor. Decir que el sobrenombre de Coronación se le dio años más tarde ya que se utilizó en la coronación imperial de Leopoldo II de Viena. Para muchos esta Misa es la cumbre creadora de Mozart en la que destaca la unidad temática de principio a fin. El papel de los solistas es importantísimo, pues va marcando el guión compositivo arropado por el Coro. La obra se apoya en las seis partes fijas de la misa (Kirie, Gloria, Credo, Sanctus..) y yo destacaría el Agnus Dei donde la soprano Katarina Konradi cantó una bellísima aria, que por cierto la melodía la utilizó Mozart en la ópera Las bodas de Fígaro en el aria Dove sone.

Los cuatro solistas en cada intervención nos mostraron sus grandes cualidades vocales, y así tanto la soprano como la mezzo Marina Viotti lucieron con brillantez en diferentes pasajes, al igual que el tenor Mauro Peter y el bajo Tareq Nazmi solventaron con soltura las dificultades técnicas de la partitura.

Mención especial se merece el Orfeón Donostiarra, laureado en cada intervención que tiene por el mundo, y en la Catedral, una vez más, no defraudó, todo lo contrario ya que jugó un papel importante aportando talento, calidad, entrega y profesionalidad, fruto del trabajo y buen hacer de su director José Antonio Sainz Alfaro, verdadero maestro y sostén de esta gran entidad musical. Enhorabuena.

La Mahler Chamber Orchestra, fundada por el inolvidable maestro Claudio Abbado, estuvo a la altura que las dos obras exigían, mostrando cada uno de los profesores su profesionalidad, entrega, virtuosismo y perfecto ensamblaje dejando una magnífica muestra de la grandiosidad de las dos partituras, facilitando la labor del director. Del maestro Dudamel qué decir. Gracias por su buen hacer que facilita la interpretación y al público amar la música. No cabe duda que con actuaciones como la de ayer la máxima suya de que «la música inspira a construir un mundo mejor» se irá haciendo realidad. Gracias, maestro.
Dar la enhorabuena y las gracias a la Fundación VIII Centenario por organizar eventos como este y a la Junta de Castilla y León que los patrocina a través de la Fundación Siglo brindando al público el poder disfrutar en un marco inigualable de la buena música y de intérpretes de reconocido prestigio.

Gracias.

(*) Pilar Arlanzón Pablos es musicóloga