Caliza nueva para unos muros desabrigados

S.F.L.
-

Las paredes exteriores de la iglesia San Martín de Briviesca ofrecen desde hace años un aspecto abandonado por el deterioro de sus piedras. La rehabilitación se ejecutará en otoño

Caliza nueva para unos muros desabrigados

La envergadura de un edificio en el que una amalgama de elementos arquitectónicos y decorativos de  estilos renacentista y barroco -que modificaron sustancialmente la traza gótica original- no deja indiferente a nadie. Presidiendo la Plaza Mayor de Briviesca, la iglesia de San Martín -el templo más vetusto de la ciudad- se alza como uno de los monumentos más visitados tanto por los turistas como por los fieles que a diario atraviesan sus muros para escuchar la palabra del Señor. Unas anchas paredes que desde hace años presentan un estado antiestético generado por la falta de piedras y pintadas.

Destaca una sobresaliente portada de piedra caliza construida en el siglo XVI en estilo plateresco donde se aprecia la figura de la Virgen sentada con el Niño en el centro, flanqueada por San Martín y San Juan Bautista y en los extremos de este friso, a San Juan y San Mateo evangelistas. Sin embargo, otro elemento no incluido en el diseño  original del templo y que también atrae la atención de los viandantes son los boquetes que a lo largo de los años se han formado en los muros exteriores, que además sirven para refugio de distintas aves.

Este problema que ya ha tenido que solventarse décadas atrás, «acarrea a un mal estético más que al peligro», testifica Julián Galerón, párroco de la capital burebana. Si bien, la piedra caliza que compone la fachada y los muros laterales del templo tiende a deshacerse con el paso del tiempo y debido a su porosidad, filtra mucho la humedad, causando a veces la aparición de moho en las paredes o la desaparición gradual de las mismas.

A este hecho incontenible hay que añadir que las palomas se alimentan del salitre de las piedras, que ayuda a que el proceso de degradado se acelere. «Cada día decenas de aves se posan en el edificio para engullir la sal de las paredes y resulta de lo más habitual observarlas dentro de los agujeros ya formados picando la piedra», declara el sacerdote. «Algunas incluso han llegado a anidar en los huecos que van quedando», añade.

Galerón contactó con profesionales y les expuso la situación de la iglesia poco antes de que el país entrara en estado de alarma sanitaria. Tras el parón en la actividad pretende retomar el contacto en septiembre con el fin de poner remedio este mismo otoño. «Según el estudio visual que realizaron no se trata de una actuación mayor, sino más bien de una adecentación de partes concretas del muro», explica el religioso. Únicamente será necesaria la intervención de un cantero para que la iglesia brille de nuevo en todo su esplendor de cara al próximo año. Para poder hacer frente a la inversión -aunque todavía no hay un presupuesto elaborado- se utilizarán los «fondos propios de la comunidad pero necesitaremos también la aportación económica de los feligreses», apunta.

Pese a que la falta de roca no perjudique al conjunto del inmueble y la salud y las cabezas de los transeúntes no corren peligro, las actuaciones deben tomarse con urgencia para evitar agrandar el contratiempo. «Nunca he presenciado un mínimo derrumbe de las paredes. Si es cierto que hay restos en el suelo que las mismas palomas derraman. Aún así, se tomarán cartas en el asunto  en las próximas semanas».