Fernán Labajo

Plaza Mayor

Fernán Labajo


Bandera blanca

28/02/2023

El otro día me contaba Juan, un legionario español que ha luchado contra los rusos durante un año en Ucrania, que lo vivido durante estos meses no se olvida fácilmente. Hablaba con sorprendente tranquilidad sobre violaciones a niñas de 13 años, hospitales derruidos y heridas de guerra. Si no lo contase así, decía, tendría que pegarse un tiro.  Y ni aun así el descanso sería eterno.

Los que hondean la bandera blanca desde un sillón del Congreso, sosteniendo un Iphone de última generación y escribiendo a través de Twitter, provocan el sonrojo de quienes han vivido en sus carnes las atrocidades que ocurren a diario en Jersón, en Mariúpol o en Bucha. Solo ellos saben qué interés hay detrás de sostener que la única solución es casi renunciar a la defensa y apostar por una negociación bajo el amparo de mediadores internacionales.  

Por negociación entiendo un debate en el que ambas partes deben ceder. Renunciar a sus pretensiones para alcanzar un acuerdo beneficioso para todos. En este caso concreto, me pregunto qué debería conceder Ucrania para evitar que el conflicto derive en una masacre aún mayor. Supongo que el Donbass y Crimea, como solicitaba Putin en los no pocos encuentros frustrados desde el inicio de la invasión. Porque es necesario llamar a las cosas por su nombre. 

Estoy casi seguro, porque así me lo hizo saber Juan, que los que sufren los bombardeos continuos en casas y hospitales se fuman el papel de la diplomacia en este problema. Él utilizó un ejemplo más escatológico, la verdad. La salida negociada solo es posible si Rusia repliega las tropas y renuncia a seguir invadiendo el país vecino. La concesión no dará la paz, sino vía libre a más miseria. Decía el periodista José María García que cuando te desabrochas un botón del pantalón ante un extremista te termina poniendo contra la pared.