Javier Fernández Mardomingo

Cortita y al pie

Javier Fernández Mardomingo


Aranda y el Puente

05/04/2024

Puente ministro, digo. El que tiene un equipo que ocupa el tiempo en recapitular lo que se dice del jefe en los medios. Este incluido. 

Puente, que en las entrevistas es el Dr. Jekyll, pero en las redes y el Congreso se transforma en Mr. Hyde, ha reabierto el debate del Directo por Aranda y, oiga, es de agradecer que se hable. Otros han corrido velos tupidos y promesas de estudios que se quedaron en eso, en promesas. Los unos y los otros, que conste. Desde hace más de diez años, si se ha abordado el tema ha sido para decir que vale, que estudian, que veremos, que apuestan y que prometen. Todos hasta Puente, que ya ha dejado claro que la cosa tiene mala pinta. Y si un ministro te dice que algo tiene mala pinta es para no decir abiertamente que huele a muerto. 

En un gobierno que va a perdonar 15.000 millones de deuda a Cataluña por seguir en Moncloa y, para que el resto no se sientan más discriminadas de lo que ya están, asumirá un total de 90.000, resulta casi insultante que no se retire por tres kilitos el mamotreto que se quedó atascado en 2011 en Somosierra. La suma del total, dice, son más de mil millones. Si lo dice habrá que creerle, o no. Las plataformas lo cifran en bastante menos. 

El caso es que uno no entiende demasiado bien por qué Óscar Puente dice tan a la ligera que ya se pueden ir olvidando del tren de Aranda mientras él ande por allí porque no es rentable. ¿Acaso es rentable el sistema público de pensiones? ¿Y Renfe? ¿Adif? ¿Correos? Spoiler: No ¿Tienen que cerrar por ello? Ni por asomo. 

Se llama servicio público y consiste en gastar en los ciudadanos lo que se recauda, que no es poco. La cuestión es que parece haber gentes de primera y de segunda. Por desgracia, parece que los afectados por la puñetera bateadora son de estos. 

Puente ya dijo que lo que había en Burgos era envidia cuando era alcalde de Valladolid y dejó en esos ocho años clarinete que Pucela tiene que acaparar todo para convertirse en una gran ciudad. El problema es que ahora es ministro de todos. También de los de Burgos, Aranda, Socuéllamos y Chiclana de la Frontera. Podría empezar a disimular sus filias y sus fobias cuando se ponga el traje y hacer algo más que preocuparse en saber si en las columnas se le atiza o no. Quién sabe, puede que esta le llegue gracias a sus rastreadores. Insultos no hay, ministro. A su disposición.