No sé si es por la crisis del ladrillo, seguida de la crisis energética y de precios de los alimentos. No sé si faltan ganas de recibir críticas a raudales y escasos agradecimientos. No sé si la mayoría está más preocupada de su plato de lentejas que de la olla común. Pero me da la sensación de que en estas elecciones municipales, algunas 'plazas' de la comarca de Merindades se están resistiendo. La erótica del poder ya no atrae tanto entre las nuevas generaciones y las de más edad, salvo honradas excepciones, están ya lejos de poder dominar ayuntamientos que han dado en pocos años un triple salto mortal de la Administración en papel a la electrónica, donde casi toda la partida se juega delante de una pantalla de ordenador y no en los despachos pidiendo favores. Nada es como era, salvo en contadísimas excepciones. Ahora, de un click, aparecen las convocatorias de subvenciones, el chorro de millones de los Next Generation. Pero hacen falta buenos proyectos e ideas para lograrlos. 

Los ciudadanos quieren gestión municipal de los servicios básicos, pero también proyectos de futuro que mejoren su calidad de vida. Y para eso hacen falta personas con conocimientos y mucha dedicación y, en muchos casos, necesitan poder contar con unos ingresos, si llegan a ocupar la Alcaldía. En algunos municipios de cierta entidad, la falta de retribuciones es difícil o, se me antoja incluso imposible de compatibilizar con un puesto de alta responsabilidad en un equipo de gobierno. Y hay algunos ciudadanos que lo de cobrar en un cargo público aún lo entienden mal. El resultado es que así pocos candidatos dan el paso adelante a tiempo y convencidos, porque de algo ha de vivir su familia. Quedan pocos días para que se cierre el plazo de presentación de listas y hay vacantes. Habrá que preguntarse por qué.