Estoy seguro de que el Gobierno tuvo una revelación en la madrugada del miércoles pasado que le hizo abrir los ojos a una realidad desconocida. Sus socios de Junts, que ni siquiera gobiernan, tenían los recursos necesarios para gestionar de un modo más adecuado la inmigración en Cataluña, lo que determinaba la ineludible necesidad de pactar urgentemente su transferencia. ¡Cómo no hemos visto que todo se hace mucho más fácil si los Mohamed pasan a llamarse Jordi, se hacen culés y comen butifarra! Y al que no le guste…ahí tiene la puerta. Eficaz y limpio. Es verdad que así, en frío, la cosa se puede hacer un poco cuesta arriba, sobre todo para los Mohamed, pero sólo porque el común de los españoles, entre los que nos encontramos usted y yo, no damos la talla en cuanto a visión de futuro.

Pongamos un ejemplo para que se entienda mejor. Ya no me acuerdo los años que lleva una máquina pesada atascando el túnel ferroviario de Somosierra sin que los sucesivos ministros del ramo hayan encontrado el camino de regreso para dejar limpia la vía. Pero si esta máquina se hubiera quedado en algún túnel catalán el asunto no habría pasado de una pequeña anécdota sin importancia. No podemos negar la evidencia. Ellos son superiores y no le dé más vueltas. Por si no le ha quedado claro le diré que para rehabilitar la línea Madrid-Burgos los sucesivos ministros nos han exigido a los burgaleses que demostremos que tenemos un compromiso firme de su utilización por las empresas de nuestro entorno para mover sus mercancías. 

No recuerdo haber leído que para transferir las cercanías hayan exigido a los catalanes incrementar el porcentaje de su utilización. Pero claro es que ellos son diferentes. Allí los de derechas son progresistas no como los de aquí que son lo peor. Y no se le ocurra pensar que estoy describiendo situaciones discriminatorias. Ni por un momento. Si piensa así es que vuelve a no dar la talla. De lo que hablo es de mejorar la convivencia entre españoles. Aunque no lo crea.