Fernando González Urbaneja

Cartas desde 44 leguas

Fernando González Urbaneja


Mayorías a la búlgara

07/11/2023

Se empezó a usar la expresión 'mayoría búlgara' en los años sesenta para expresar la unanimidad que conseguían los partidos comunistas de países de la órbita soviética (Bulgaria lo era) para imponer las tesis de la cúpula dirigente. Algo semejante ocurre en los partidos españoles, concretamente esta semana en el Partido Socialista, cuando obtiene una mayoría superior al 85% (el resto es poco relevante) en una especie de referéndum para ratificar decisiones ya adoptadas. Este modelo de aprobar decisiones irrevocables anteriores es bastante llamativo por cuanto desprecia el sentido del voto que se da por descontado. Si está descontado, ¿para qué hacer el simulacro? 

En estos tiempos de diversidad en los que obtener más de un 60% de apoyo resulta inalcanzable para cualquier propuesta, resucitar las mayorías a la búlgara resulta, cuando menos, llamativo. Es la consecuencia de los mandatos que surgen del poder de las bases sin la contención que supone pasar por estadios intermedios que retienen un poder compensatorio que sirva para evitar la arrogancia del líder. El mandato directo de la base evita al líder cualquier contención en el ejercicio del poder. Pasa por encima de cualquier entidad intermedia, moderadora, que suponga contención y un razonable grado de consenso a la hora de tomar decisiones. 

La consulta a las bases practicada por el actual PSOE para refrendar decisiones previamente tomadas es sospechosa de arrogancia. ¿Y si las bases hubieran decidido en contra de la postura propuesta? Eso le ocurrió al llamado consejo de la república de Puigdemont que ha sido dejado de lado por el personaje de Waterloo sin explicación alguna. 

La democracia no consiste únicamente en votar regularmente cada cierto tiempo, eso lo hacen las democracias aparentes con naturalidad y con mayorías búlgaras. La democracia consiste en un ejercicio contenido del poder, sometido a controles y a explicaciones. 

Lo de las explicaciones es cada vez menos frecuenta en nuestra democracia, sometida con reiterada frecuencia al designio del líder por razones coyunturales. El líder puede decidir lo mismo y lo contrario sin necesidad de más explicaciones que hacer de la necesidad virtud o, peor aún, apelando al interés nacional, que no es otro que el interés propio.