Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


El fútbol y las mujeres

18/09/2023

Como futbolera que soy me entristece profundamente ver cómo el fútbol lleva muchos días saltando de las páginas deportivas por cosas tan feas. Aunque en realidad nada tiene que ver con el fútbol que unos chavales, presuntamente, no sean capaces de distinguir, ya no entre el bien y el mal, sino entre lo que es delito y lo que no, y graben a una menor y compartan el vídeo, imagino a modo de gracieta de machito para fardar ante los colegas. ¿Qué tienen en la cabeza? Pues la gracieta, que no tiene ninguna gracia, les va a costar cara. Queda el consuelo de pensar que el altavoz que tiene este caso, por ser canteranos madridistas, servirá de escarmiento y lección. Quizás el próximo se lo piense antes de tratar a una mujer como un trofeo de exhibición, en este caso, además una niña. 

Como si fueran sus hijas veía Rubiales a otras mujeres, a las campeonas del mundo. Un comentario paternalista que ya define su carácter machista. Debería pensar si le gustaría que sus hijas, a las que tanto nombra, se encontraran en su vida profesional con alguien como él. Un jefe que se lleva a 'unas amigas' a un chalé en una reunión de trabajo, que le planta un pico a una mujer a su cargo, y en vez de pedir perdón, intenta dejarla como la incitadora. Menos mal que lo hemos visto todos. 

Rubiales en la Federación ya es historia. Y quizás lo único bueno de todo esto es, de nuevo, que sirva de escarmiento y lección. Que algo cambie. En ello están las futbolistas. Pero lo de no ir a la selección, no sé, tengo sentimientos encontrados. Seguramente me falte información de lo que viven. Sólo ellas lo saben, porque lo cierto es que no lo cuentan con claridad. Aunque me estremece leer que no se sientan en la Federación 'en un lugar seguro'.

Por un lado, aplaudo su valentía de arriesgar lo que más les gusta, jugar al fútbol, para forzar cambios en una Federación donde a estas alturas todos tenemos claro que hay mucho que cambiar. Y pienso que han tenido que llegar ellas y ganar un Mundial para plantarse e intentar virar el rumbo de un organismo que necesita a las claras aire fresco. 

Pero por otro, no sé, ¿renunciar a la selección? ¿Poner en juego la participación en unos Juegos Olímpicos donde nos representan a todos? Yo confío en verlas pronto en el lugar en el que se han hecho grandes, las más grandes del mundo, en el césped, del que los hombres, por cierto, no suelen salir. Pero desde el que ellas están dispuestas a cambiar lo que parece inamovible. Y lo aplaudo, pero que lo hagan jugando.