Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Mala salud social

24/04/2023

Late en el ambiente público una nube de aprensión social. La mala salud social es una agregación de la mala salud individual. Las crisis sucesivas y la sensación de indefensión constante, han mermado la seguridad social objetiva y empañado la subjetiva. Eso mina la esperanza, mengua la ilusión en el porvenir y agranda la incertidumbre del futuro. Ese el diagnóstico de la enfermedad social actual de este observador de la mente humana individual y colectiva. 

Pero los diagnósticos deber ir seguidos de una proposición terapéutica, sino para qué sirve detectar los síntomas de la enfermedad. Mis ayudas son W. Churchill y Mark Manson, y mi propuesta es la siguiente: 

Para recobrar la esperanza en el porvenir, se necesitan tres cosas: sensación de control, creencia en el valor de lo que hacemos y sentimiento de pertenencia a una comunidad. El control sirve para protegernos de la indefensión, el valor para sentirnos fuertes y útiles, y la comunidad para ser seres sociales. Del control sobre lo que hacemos surge el autocontrol, la mayor dignidad humana. El valor significa que la empresa es valiosa y vale la pena esforzarse. Y la comunidad equivale a la 'polis' de los griegos, con la que nos identificamos y compartimos valores y esfuerzos. Sin una comunidad, estos dejan de tener sentido, no merece la pena luchar por nada. Y sin control, nos sentimos víctimas de la incertidumbre, como peleles en manos ajenas. Como se puede apreciar esta propuesta es como un taburete sobre el que apoyamos nuestra sociedad, en el que asentamos nuestra seguridad, satisfacción y alegría. Esa es la esencia de una sociedad democrática. Una empresa colectiva formada con los esfuerzos y logros individuales, sobre la cual tenemos sensación de control, valía y pertenencia. 

Pero, dígame, ¿tiene usted la sensación de que el sistema político actual promueve esos tres elementos? El sistema actual dista mucho de facilitar la sensación control y valor, y por lo tanto merma el de pertenencia. Es evidente que hay que proteger la democracia, que como decía Churchill es «el peor posible si exceptuamos todos los demás», pero no el sistema de representación que la sustenta. Este es inadecuado para los tiempos, y si algo no evoluciona se deteriora o extingue. Ese es el diagnóstico de esta peligrosa enfermedad social, y la terapia es cambiar el método para revitalizar el sistema. Como en la vida misma.