Es triste, es duro, pero es cierto. El ascenso está muy complicado. Lo miren por donde lo miren, no hay mucho más que hacer. No es que sea derrotista, de hecho tiendo a ver el vaso medio lleno, pero oigan, que no hay manera. Lo que no se puede hacer es eludir la realidad porque el futuro aspira a tener el mismo color que las dos últimas temporadas.
Que sí, ya sé que faltan citas importantes aún, que nos podemos meter arriba, pero es que ya llegamos en desventaja a la segunda fase del campeonato. ¿Dónde están los cuatro puntos disputados ya con Novás? En su casillero. Pues eso, que partimos con mácula.
Y es que da mucha rabia, porque miramos para otro lado cuando se quedan puntos por el camino contra equipos que nos venden que no van a estar arriba y que lo importante es ganar los partidos de los 'Top' de la liga, pero sale el 'cabeza de cartel' a escena y nos olvidamos de quienes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
Nos quedamos sin recursos y jugamos, en nuestra casa, al ritmo del visitante, que, salvando la defensa de la primera parte, hizo un partido discreto, pero serio.
Y también da mucha envidia el club gallego porque atrapa a los suyos. Es capaz de 'engañar' a casi 100 personas, meterlos en un bus durante cinco horas y media para animar a los suyos sin descanso y vuelta. Pero claro, lo que enganchan son las victorias. Y ahí, a triunfos que enamoran, también nos ganan.
¿Qué es más inteligente ahora? ¿Dejarnos llevar y planificar la temporada que viene o esperar que pase este 'Tourmalet' y luchar hasta estallar pese a que el ascenso es utópico? Yo apuesto por pelear, ganar y dar alegrías, es lo profesional, pero, llegados a este punto, si de reojo miramos hacia delante tendremos más opciones de sentarnos en la mesa de los 'Top' y no en la de los que miran cómo otros se juegan el ascenso.