Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Sleepy Hollow

01/11/2023

Dirigiéndote al norte desde el centro de Nueva York, en menos de una hora un tren te conduce por la orilla del Hudson hasta Tarrytown y Sleepy Hollow. Llegas allí después de atravesar un paisaje especialmente hermoso en estos días finales de octubre en los que el sol acaricia la vegetación iluminando con delicadeza el misterio que a lo largo del recorrido pervive y desvaneciendo el desorden de la civilización que detrás, en el sur, va quedando. 

Si entras en el cementerio de Sleepy Hollow no sientes la gravedad que notas cuando accedes a otro que consideras cercano porque en él descansan los más queridos por ti y a los que te acercas pensativo en oración o con la memoria más generosa y hondo respeto. Tu sentimiento ahora es otro; lo identificas más con la sensación que tienes cuando paseas por un museo buscando alguna obra determinada que para ti tiene especial interés a la vez que lo atraviesas sorprendiéndote con otras obras que de improviso intensifican tu emoción y que aquí tienen su equivalente en sepulturas hermosas, con sus lápidas en las que consta un nombre, una fecha de inicio y otra de final y, a veces, un breve epitafio, un mensaje. Hasta Mañana, decía seguramente el más sereno e inquietante. Esos únicos y escuetos datos terminan por agitarte tanto como puede agitar lo que imaginas que es capaz de contener nada menos que cada uno de los días de una vida.

En el recorrido llegas a la sepultura de W. Irving y que buscabas como otras veces has buscado las de aquellos personajes que ya en sombra siguen desprendiendo luz. Irving es autor de La Leyenda de Sleepy Hollow (1820), alimenta el misterio de los bosques y del valle. En ella cuenta como durante la guerra de fines del XVIII, una bala de cañón decapitó a un soldado hessiano en los bosques de Tarrytown y que en las noches sale de su tumba para recorrer las arboledas en caballo encabritado en busca de su cabeza. Y ves entonces con emoción cómo eso, la literatura, es otra bala de cañón que atraviesa el tiempo porque ese jinete, esa muerte que busca, la habías visto por ejemplo en Bocaccio y en Boticelli, y en Bécquer y en la música de Schubert o en el cine de Tim Burton. Y te asombra todavía como eso se integra en la vida a través de las creencias y tradiciones populares con total naturalidad. Con la misma naturalidad del Hasta mañana.