José María Vicente

El Rincón de...

José María Vicente


¿Avalancha?

11/04/2023

Creo que coincidiremos en apreciar que en pocos años el nivel de calidad en los actos relacionados con la Semana Santa en nuestra ciudad ha mejorado mucho. La indumentaria de los participantes, la forma en que procesionan, la decoración de los pasos y su modo de desplazarse, etc., etc., ahora está mucho más cuidado.

Nuestra Semana Santa no tiene la magnificencia de otras, ni la austeridad y el recogimiento que caracterizan a algunas, ni el grado de participación popular de otras ciudades en las que los hábitos de cofrade pasan de padres a hijos desde que se tiene memoria. Tampoco lo nuestro tiene nada que ver con esas procesiones andaluzas o levantinas en las que todo se desborda con hermandades multitudinarias, horas interminables de procesión, velas, incienso, sentimientos… También hay un cambio significativo en el modo de estar de los espectadores contagiados del respeto y seriedad con el que las cofradías están haciendo las cosas. 

Pero no todo están siendo mejoras. Me refiero a lo sucedido en el final de la procesión de la Soledad. Tiene mucha tradición entre los feligreses y vecinos de la parroquia de Santa Águeda, discurriendo por una de las zonas más bonitas de nuestra ciudad. La procesión tiene un momento especial en su final. La lectura de un poema dedicado a la Soledad, la vuelta a casa del paso, el canto de la salve y el himno nacional. Este momento es seguido de cerca por vecinos y familiares de cofrades con la emoción propia del entorno. Pero este año algunos efectivos de protección civil comandados por un agente de la policía local pusieron unas vallas al principio de la calle de Santa Águeda, impidiendo el paso y con ello frustrando la ilusión del grupo de personas que allí se concentraba. Según ellos. había que prevenir… ¡avalanchas!

Allí nos quedamos, sin escuchar nada de lo que estaba pasando en el final de la procesión y la decepción de vernos privados de un momento que esperamos todo el año. Nos sentimos maltratados y víctimas de un exceso de celo soportado en una argumentación ciertamente endeble. No fue fácil dar explicaciones a una familia conocedora de la procesión que me dijo que venían de Barcelona y Ávila. Que alguien tome nota.