Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Garrulismo

06/11/2023

Esta semana mi cerebro ha sufrido una dislocación cognitiva, producida por una disonancia entre palabras solemnes y mutismos estridentes, presentes al tiempo en lugares tan diferentes como nuestro Parlamento y Gaza. Ambas, palabras y estridencias, llegan veloces y actúan raudas en el cerebro por que son símbolos, y estos son la comunicación más vigorosa inventada por los seres humanos. El día que los homínidos fueron capaces de crear símbolos y compartirlos, en sus cerebros se produjo una explosión vibrante, que desarrolló la inteligencia, la técnica, la cultura, las artes, y fundó las bases de la convivencia: normas, leyes, instituciones. Siglos después seguimos generando y compartiendo símbolos, pero ahora a velocidad lumínica y con vibración universal, y eso es bueno, aunque también puede ser peligroso. Una bandera, un himno, un emblema, son símbolos que pueden crear vida con la misma potencia que destruirla. De entre todos los símbolos las palabras son los más potentes. Palabras son los lemas, que así mueven montañas como aborregan pueblos; los dilemas, que igual promueven la duda científica como generan guerras. Los médicos que trabajan con palabras saben que lo mismo curan que matan. Cuando reunimos palabras en documentos compartidos creamos arte, amor, respeto, compromiso, cohesión y paz. Cuando usamos las palabras con exceso y sin respeto por su fuerza simbólica, generamos disonancias y babelismos, se dislocan nuestras mentes, nos descontrolamos y acabamos como en Gaza o como en ciertos momentos en nuestro Parlamento, cuyo nombre alude al uso adecuado de las palabras para mejorar la convivencia. 

El garrulismo lo enunció Plutarco de Queronea, el autor de Vidas Paralelas, una obra grandiosa sobre las virtudes y defectos de los grandes personajes de la antigüedad, y lo difundió siglos después Erasmo de Róterdam en un libro poco conocido, Lingua, sobre el uso inadecuado de la lengua por los líderes religiosos y políticos. Los grandes líderes humanos son admirables, dicen ambos, porque, pese a sus humanos defectos, respetan y engrandecen las normas simbólicas de convivencia. El uso impropio de la lengua, por su parte, es contagioso para los pueblos y deteriora la convivencia humana. Cuando caemos en el garrulismo se dislocan nuestras mentes, esto genera intolerancia, violencia, destrucción y muerte. Aprendamos de ellos, respetemos nuestros símbolos, cuidemos nuestras palabras. 

ARCHIVADO EN: Arte, Gaza, Leyes, Médicos