En dos semanas habrá concluido el proceso electoral en que se despejarán las dudas sobre quiénes serán nuestros gobernantes en los ámbitos municipal y provincial. Desde hace meses, estamos atentos a las propuestas de las distintas formaciones en relación a sus proyectos para nuestra tierra. Por desgracia, en muchos casos, la situación de la política nacional se cuela en la campaña y asistimos a debates que poco tienen que ver con nuestras necesidades e intereses más cercanos. No descubro nada nuevo si señalo que Burgos se encuentra en una encrucijada. Del camino que tomemos, de nuestras propias decisiones y de las de aquellos que tienen capacidad en la política nacional y regional dependerán, en gran medida, nuestro futuro a medio e, incluso, largo plazo.
De nosotros depende fijar qué ciudad queremos para los próximos 25 años, cuya definición debería quedar plasmada en la elaboración de un plan estratégico consensuado. Para este proyecto muchos defendemos que las líneas maestras deben ser la potenciación de la actividad industrial, basada en el desarrollo del conocimiento a través de la investigación, y todo ello acompañado del impulso a la educación y la cultura sobre la base de nuestro rico pasado y de nuestra lengua, pero también mirando a los nuevos tiempos. Nuestros representantes locales y provinciales tienen la obligación de la elaboración de ese diseño. De las autoridades regionales dependen algunas cuestiones claves como el apoyo a nuestra universidad con la creación de la Facultad de Medicina y el desarrollo de compromisos vinculados a determinadas infraestructuras culturales y viarias. De las autoridades centrales es responsabilidad, esencialmente, el apoyo a nuestras justas aspiraciones en relación a las infraestructuras viarias y al carácter nodal de Burgos y su provincia.
Por fortuna, ha surgido en Burgos una plataforma que quiere defender muchos de los aspectos que arriba quedan expresados. No trata de hacer política desde el punto de vista de las ideologías. Pero sí quiere hacer política en su sentido etimológico, es decir tratar sobre los asuntos que preocupan a la 'polis', a la ciudad, a su territorio y a sus ciudadanos. Esa política que debe arreglar los problemas inmediatos y que, a veces, olvidamos.