Elena García

Tribuna sanitaria

Elena García


Ahí le duele

13/09/2023

El dolor es una sensación desagradable, con un componente emocional desencadenado por el sistema nervioso. Es, por tanto, subjetivo y complejo, y además influye en la vida familiar, laboral, social y económica de las personas afectadas. 

Todos huimos del sufrimiento y del dolor, a pesar de tolerar alguno con estoicismo o por la gloria que le sucede: un parto, un objetivo...
Una de las situaciones más duras de afrontar como persona y como profesional es la de acompañar o atender a pacientes con dolor.

Ante todo, si el paciente dice que le duele, es que le duele. Parece una obviedad, pero en ocasiones es difícil medir y tratar, porque no todas las personas manifiestan ni sienten igual ante el mismo estímulo.

El principal objetivo es calmarlo. Pero también analizar intensidad y características que orienten a la causa y al tratamiento.
No debemos utilizar fármacos sin control, puesto que cada uno tiene una indicación y existe una escalera analgésica que va in crescendo para que no se 'maten moscas a cañonazos' y evitar efectos secundarios que causen más daño. 

El dolor agudo es un signo vital que nos alerta de peligros o daño potencial en nuestro organismo, por lo cual tiene sentido y previene la evolución de una lesión si atendemos la señal y lo evitamos o lo tratamos.

Pero quienes afrontan un dolor crónico o neuropático, están en una liga diferente. Se considera la mayor amenaza para la calidad de vida a nivel mundial. Y representa un gran problema de salud pública. No mata, pero puede 'quitarte la vida' por la intensidad y persistencia, y llevar a la disfunción, ansiedad y depresión. Es necesario definirlo y poner el tratamiento adecuado.

Cuando empecé mi actividad profesional, recuerdo las advertencias por querer ejercer una profesión en la que iba a estar al lado del dolor de las personas. Y claro que sí. Para hacer lo necesario para calmarlo. El tiempo me ha demostrado que puedo algo siempre. En ocasiones, acompañar mientras aplico distintos recursos emocionales y cuidados que alivian como frío, calor, manipulaciones, posturas, movilización, reposo o medicamentos y técnicas en continua evolución que reducen o distancian las crisis de ciertos dolores, aunque no desaparezcan del todo.

A veces es muy difícil estar ahí. Además, es una gran impotencia no lograr controlarlo. Como profesional o como amigo, familiar, es desgarrador ver sufrir a un ser humano. De hecho, los cuidadores pueden acabar sintiendo también un dolor emocional y un desgaste que influya en su vida de forma importante.

El dolor es soberano. Nos afecta o afectará a todos, en mayor o menor medida.

Es prioritario el desarrollo de más Unidades del Dolor y que cuenten con las distintas aportaciones de especialistas médicos, enfermeros, terapeutas, psicólogos,… Existen en España unas 200 en la sanidad pública, aunque la necesidad sigue siendo mayor para llegar a todos los pacientes afectados.