Un dicho gitano asegura que un beso no es un beso hasta que no se divide en dos. Dos bocas, dos personas, dos intenciones unidas en un gesto sencillo, pero magnífico, que practica la humanidad desde sus orígenes, en todo el planeta y en todas las culturas. Resumiendo, hay tres tipos de besos: el cariñoso o familiar, el erótico o sexual y el de saludo o respeto. Esos fines concuerdan con los tres principios esenciales de la vida: nutrición, reproducción y relación. En el besar se comparten sentimientos de deseo, apego, amor; conductas de apaciguamiento, respeto, devoción; y muchas más cosas, como hormonas y neurotransmisores, fluidos y bacterias, antígenos y anticuerpos… Todo eso lo analicé ampliamente, hace años, en libro titulado El planeta de los besos, demostrando que besar nunca es una conducta simple e intrascendente, sino muy compleja y muy importante para la vida humana. El lema del libro fue: Besos sin fronteras para la paz del Planeta.
Pero no lo esgrimo ahora para presumir de nada, sino para acreditar mis palabras al hablar de 'ese beso' que, por desgracia, se ha hecho tan famoso como el de Judas, avergonzando a la inmensa mayoría de los españoles. Si los protagonistas fuesen familia, habría sido un piquito de cariño; si fueran amantes, un gesto de amor tierno; y si hubieran sido rusos, un gesto de saludo y respeto. Pero no son nada de eso, luego ese beso no tiene principio ni sentido, carece de fundamento y no produce ningún beneficio, y no es un beso, porque no es divisible por dos. Luego, ¿qué es? En el mejor de los casos, una pérdida del control impulsiva; en el peor, un abuso sexual, y entre ambas, una estupidez.
De cualquiera de las tres opciones se colige que el protagonista de ese beso -¡solo hay uno!- no está capacitado para dirigir el deporte más importante de España, y del mundo, que antes apenas representaba a los hombres y ahora, por fin, a todas las personas. Ese beso, no solo ha socavado la esencia del besar, ese maravilloso invento que nos consuela, complace y pacifica, sino que ha violado el lema del campeonato que nuestras chicas, no él, han ganado: Football Unites the World. Sugiero que, a modo de desagravio, nuestros futbolistas, ellos y ellas, luzcan en sus camisetas un lema: Kisses Unites the World.