Me matan si no trabajo. Daniel Viglietti.

Está difícil, en estos últimos tiempos, elegir una canción adecuada y actual para dar pie a esta habitual colaboración. Si hacemos caso a los mentideros de la Villa podemos elegir entre títulos tan ad hoc como Los tiempos están cambiando, It's raining again, La funcionaria asesina o este por el que finalmente me decido: Me matan si no trabajo.

Si me decanto por este último título es porque es evidentemente visible el estado en el que se encuentran dos de los puntos más importantes de nuestro entramado urbanístico, el puente Bigar y los Jardines de don Diego. Las obras, tanto tiempo demandadas por la sociedad y a todas luces necesarias, están transcurriendo a un ritmo que se nos hace lento, nos agobia, nos genera trastornos y nos complica un poco nuestra cómoda existencia.

Y las anteriores quejas ante la inacción, por obra y gracia de nuestra comodidad, se transforman en quejas por las obras. Ahora nos molesta que las calles estén levantadas, nos irrita que el puente se encuentre cerrado. Poco nos importa que sea necesario actuar con prudencia. No nos interesa que ante la aparición de nuevos problemas estructurales tengamos que modificar el proyecto. En los Jardines de don Diego hay un subsuelo rico en patrimonio, bien de interés cultural, que es preciso proteger, y en consecuencia trabajar con prudencia, sin prisas, pero sin pausas.

No vale quejarse de que no se hacen obras y al poco tiempo despotricar porque las obras enturbian nuestro plácido discurrir diario. Las obras no son una prueba deportiva en la que sea necesario batir el récord de las anteriores. Deben ser un trabajo meditado, pulcro, y en el que por encima de todo prime la seguridad, el trabajo bien hecho y la seguridad, tanto de los bienes como de los trabajadores y los futuros usuarios. Y menos quejarse, que al final, nos van a cantar la copla de la gata de la Flora.