Carlos Alonso de Linaje

Crecimiento económico

Carlos Alonso de Linaje


Comunicación

22/05/2024

Los medios de comunicación se hacen eco de la realidad cada vez con más celeridad. Hasta hace algo menos de diez años, la información la recibíamos fundamentalmente a través de la prensa escrita, a veces con avances de noticias concretas en la radio y la televisión. Pero siempre se esperaba a la opinión y reflexión del redactor de cabecera, que no solo informaba sino que también opinaba con fundamento. Por lo tanto, la vigencia de la mayor parte de las noticias era diaria, cuando no lo era semanal a través de las revistas. Con la irrupción de las redes sociales y los medios digitales, tradicionales o nuevos, la información se ha convertido en efímera. Hay noticias que duran minutos, puesto que la vigencia entre noticia y noticia es casi inexistente. Como fruto de este fenómeno, la opinión sopesada de aquellos redactores con criterio ha desaparecido y ha sido reemplazada por la que nos dictan los colaboradores de radio y televisión. En muchos casos, se llega al esperpento de ver a políticos en activo convertidos en tertulianos para actuar como verdaderos generadores de opinión.

La comunicación a diario nos ofrece un espectáculo digno de ser analizado, donde, siguiendo una estrategia casi dogmática, vemos como se ofrece al público una idea fuerza simple y fácil de compartir. Esta idea se difunde por todos los integrantes del grupo con un interés determinado, con la esperanza de que se crea como cierta. Otro de los elementos básicos que se nos brinda es la necesidad de liderar el relato en cada momento, de tal forma que si aparece una noticia que no interesa se da un vuelco a la realidad para volver a ser protagonista, dejando a un lado aquello que nos pueda perjudicar.

Por último, es muy importante acusar al adversario de aquello que hace uno para conseguir su desprestigio, evitando el desgaste propio por no ser congruente con sus ideales. Y, por su puesto, todo dicho con una sonrisa en la boca mientras se difunde el mensaje. El resultado apetecido está en abanderar el discurso, siendo el protagonista de la imagen que se quiere dar, trasmitiendo el argumento de forma coral.