Where do the children play? Cat Stevens.

Hoy celebramos el Día Mundial de la Educación Ambiental, fecha propuesta en la Conferencia de Belgrado de 1975, con la recomendación de organizar en este día varios actos, entre las que destaco la convocatoria de «actividades lúdicas para niños».

Los niños, los herederos del planeta Tierra, este espacio que nosotros tenemos en usufructo pero que nos empeñamos en esquilmar hasta las últimas consecuencias sin importarnos lo más mínimo lo que puedan llegar a sufrir y padecer las próximas generaciones, condenadas a vivir en un planeta que, si no ponemos remedio ya, se convertirá en un entorno hostil, inhabitable y agresivo con nuestra salud.

Mientras este desastre llega, se oyen voces negando la ruina que estamos provocando, se establecen discusiones bizantinas para evadir el fondo del asunto y se ridiculizan  medidas encaminadas a defender nuestro planeta, como la limitación en el uso de plásticos.

Este ruido de fondo a todas luces interesado, nos distrae del verdadero culpable del problema: El capitalismo salvaje, que solo busca rendimientos inmediatos y que, sin escrúpulo alguno, destruye los bosques amazónicos, arrasa masas forestales en Oceanía o arranca árboles milenarios para producir aceite de palma.

Son esas grandes multinacionales que están acabando con los recursos de todos, utilizando prácticas nocivas para la salud y el medio ambiente, las mismas que luego monopolizan el mercado de los alimentos  sin importarles lo más mínimo el hambre al que están sometiendo conscientemente a millones de personas, que no pueden pagar el trigo o el arroz al precio que ellos consideran conveniente. Todo ello para seguir amasando indecentes fortunas,  especulando con los recursos de todos para el beneficio de unos pocos.

¿Qué mundo dejaremos a nuestros hijos? 

Y como se preguntaba ya en 1970 Cat Stevens: ¿Dónde jugarán nuestros niños? Algo habrá que hacer.