Rodrigo C. León

Aguas Abajo

Rodrigo C. León


Amarillos y orgullosos

14/02/2023

Basta con leer las noticias para darse cuenta de que el mundo del deporte es capaz de lo mejor y de lo peor. Tanto dentro como fuera de la cancha. Pero... ¡qué sensación tan única cuando se saborea el lado más dulce de ese mundillo! Si preguntas a cualquier aficionado por un momento feliz del deporte, normalmente la respuesta estará ligada al rendimiento competitivo o a un hito histórico ligado a lo meramente deportivo. Sin embargo, muchas veces se nos olvida el lado emocional. Cuando los de abajo vuelan gracias al aire de las gradas. No hay partido grande sin un ambiente a la altura.

Mágico. No hay mejor manera de describir lo vivido el pasado sábado en el Príncipe de Asturias. El derbi entre el Villa de Aranda y el UBU San Pablo demostró la enorme pasión que puede llegar a unir a una localidad. El feudo arandino se vistió de sus mejores galas para celebrar una auténtica fiesta del balonmano. Escuchaba en la grada a varios aficionados comentando lo necesario que era un día así.

Tampoco se olvidaban aquellos tiempos antes de la pandemia. Incluso algunos melancólicos rememoraban aquel Villa de Aranda que se codeaba entre los mejores en Liga Asobal. Creo que no lo podían haber resumido mejor. El Príncipe de Asturias se volvió a llenar y rugió como no se lo había podido permitir en los últimos años.

Llenar el pabellón no garantiza resultados, pero sí el esfuerzo de los guerreros. Tanto locales como visitantes deleitaron al público con un derbi provincial de los que se quedan en la recámara. Tensión, emoción y derroche físico hasta el final. Cada equipo se llevó un punto, pero sin duda el verdadero triunfador de la tarde fue el balonmano burgalés. Ya no solo por el intenso aliento que llegaba desde las butacas, sino por el ejemplo de rivalidad sana que dejaron los protagonistas tanto dentro como fuera del 40x20.