Juan Ángel Gozalo

Plaza Mayor

Juan Ángel Gozalo


Juramentos y decoro

28/07/2023

La dignificación de la política y de los políticos en España debe empezar por respetar las instituciones que nos hemos dado todos los españoles. La legislatura que acabó el 23-J, sin lugar a dudas, pasará a la historia como la más bronca, agresiva, airada e iracunda, además de sectaria, de toda la historia democrática del país. Flaco favor, pero bien pagado, han hecho los diputados y senadores a un país que quiere ver en ellos corrección, cortesía parlamentaria, educación, fineza y otras virtudes que han adornado a lo largo de la historia el parlamentarismo español. Congreso y Senado son los templos de la palabra, pero, por desgracia, han mutado -como las Cortes de Castilla y León- en sedes del exabrupto, el odio, la inquina y el resentimiento.

El trabajo para devolver la dignidad y el decoro a las cámaras de representación es, sin duda, hercúleo a la vista de la degradación existente, pero es posible. Solo hay que proponérselo, empezando por el principio, los juramentos ampliados de algunos diputados y senadores. No debería ser admisible añadir al 'sí, prometo' o 'sí, juro' ninguna adenda ni coletilla sectaria de radicales, extremistas de derecha e izquierda, independentistas caducos y sediciosos y populistas varios.

La libre expresión de los diputados, que son en este caso los validos del pueblo, no se puede exhibir como defensa y argumentación cuando es evidente que los diputados y senadores se burlan expresamente de la Constitución y de la democracia española. Es inaudito que los reglamentos y los presidentes del Congreso y Senado admitan y amparen esas morcillas y desaires juraderos, pero es más grave que el Tribunal Constitucional, guardián de la Carta Magna, las haya respaldado por dos veces en sentencias más que discutibles. Los altos magistrados perdieron la oportunidad de devolver a las cámaras la dignidad y decoro poniendo coto al absurdo de algunos juramentos.

Está bien huir de solemnidades caducas de otros parlamentos, pero el juramento es sagrado y no debería admitir adiciones bastardas. Un país democrático no puede admitir este tipo de burlas y retorcimientos institucionales. Confiemos en que el sentido común, honestidad, el decoro y la decencia sean restaurados en esta nueva legislatura, aunque sinceramente lo veo complicado. La esperanza es lo último que se pierde, también en política.