José María Vicente

El Rincón de...

José María Vicente


No nos enteramos

19/12/2023

Hasta no hace mucho tiempo se decía que el mundo de la política siempre iba retrasado con respecto al ritmo con el que la sociedad hacía las cosas. Eramos nosotros, los ciudadanos, quienes mandábamos sobre los políticos, a quienes había que espolear para que redujeran la distancia. Se trataba de cerrar el hueco entre la vida real y la política. Entre la calle y la moqueta. Un ejemplo claro de este asunto es lo que nos está pasando con esa alocada carrera en la que algunos científicos y superempresas nos han metido con el tema de la Inteligencia Artificial (IA). Hay que tratar de regular, aunque sea mínimamente, este inquietante desarrollo antes de que la IA se apodere de todo, algo que hará si no acertamos a fijar unas reglas rápidamente. Pero en otros ámbitos parece que los papeles se invierten. Es el caso del juego político que se trae nuestro país. 

Ahora son algunos políticos quienes van por delante de las necesidades de unos ciudadanos que debemos estar aborregados y no nos enteramos de lo que nos conviene. No nos hemos enterado de que nuestro país necesita imperiosamente amnistiar algunas cosillas, al mismo tiempo que hay que levantar la veda contra los jueces y magistrados, que al parecer vienen prevaricando a mansalva sin que el común de los mortales lo haya percibido. Sólo unos pocos privilegiados estaban a la altura de las cosas y se han visto en la obligación de advertirnos. Para ser más precisos, la cuestión era conocida sólo por un reducido grupo de dirigentes independentistas que, curiosamente, tenían asuntos pendientes de resolver por la justicia y de ese gran líder socialista con un pequeño problema de ego personal relacionado con mantenerse en el poder. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen, sin dar la menor oportunidad al soldado raso. Si preguntas te dicen que estos temas son tan trascendentales que hay que tratarlos en secreto, en un país neutral, sin luz ni taquígrafos y con un experto en desatascar tuberías por si las cosas no fluyen. Es como cuando de pequeño te ponías pesado y te mandaban callar y meterte en tu habitación. Volvemos a la niñez.