Ser joven en la España Sanchista tiene que ser un chollo. Como en el milagro de los panes y los peces, se multiplican las propinas y los descuentos. El penúltimo, el de los viajes en tren, el interrail europeo y a mayores uno español que va a crear el gobierno central para que la juventud conozca «todos y cada uno de los pueblos de España». Servidor ya tiene una edad con la que no puedo beneficiarme del regalo, y un pueblo que tuvo una estación del Directo. Ahora no queda ni la huella del edificio, por esos caprichos de ADIF de derribar apeaderos, y mejor no me pregunten por los trenes que dejaron de pasar y parar. 

No tengo edad para los billetes low cost y no tengo estación en Gumiel, pero tengo una hija de 16 años y puedo pillar cacho con otro aguinaldo más cercano, de esos que pagan los políticos con el dinero de todos. Un camarada de Sánchez, el candidato del PSOE a la Alcaldía de Burgos, ha prometido un bono cultural de 200 euros a los de esa quinta para que consuman cultura local. Será por dinero, podría incluir Daniel de la Rosa junto a su anuncio del champú anticaspa. 

Bien es cierto que la manía de prometer regalías a sectores de población que te pueden dar la victoria en unas elecciones no es exclusiva de los aspirantes socialistas. Es una costumbre extendida entre muchas formaciones que siempre han sido generosas cuando se trata de disparar con pólvora del rey. Puestos a sugerir dádivas con los que ganarse mi confianza, yo me comprometo a votar a aquel que me garantice una subvención para pagar la tarifa del móvil de mis descendientes. Tampoco es algo descabellado, al fin y al cabo no estoy pidiendo que me subvencionen las vacaciones, que es lo que hacen muchas administraciones.