107 años de vocación

S.F.L.
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Cilinia Martínez, que nació el 21 de noviembre de 1912, se ha convertido en la 'Abuela de la Provincia'. Vive desde hace 4 décadas en la residencia San Salvador de Oña y sus creencias religiosas forman parte indispensable en su vida

El personal de trabajo del centro y los internos organizaron una fiesta a Cilinia, que se vio con fuerzas para soplar las velas. - Foto: S.F.L.

Cilinia Martínez Arroyo se ha convertido en la ‘Abuela de la Provincia’ tras cumplir 107 años el pasado 21 de noviembre. La centenaria, que habita en la residencia para mayores San Salvador de Oña, celebró su aniversario rodeada del personal de trabajo y del resto de internos. Sopló las velas, comió tarta y pasó una velada agradable con sus compañeros.

Nació en Velliza, un pequeño municipio de Valladolid, en el seno de una familia formada por su padre Teodoro, su madre Máxima y su hermana. A los 14 meses se quedó huérfana de madre, hecho que marcó el rumbo de su vida, y fue entonces cuando su progenitor decidió trasladarse con la familia a Castrodeza, otro pueblo vallisoletano. Nunca acudió a la escuela, la educaron en casa bajo la fuerte personalidad de su padre, un músico militar, al que cuidó hasta el final de sus días. 

Desde bien pequeña se dedicó en cuerpo y alma a las labores del hogar y cuando su hermana mayor, que se dedicó a la enseñanza, consiguió sacar una plaza como maestra en Cantabria, aprovechó a irse con ella. Cuando esta falleció a la  edad de 33 años, Cilinia regresó de nuevo al pueblo con su padre y su madrastra. Las obligaciones familiares la impidieron realizar de joven su vocación: la religión. Una vez que su progenitor murió y quedo libre de tareas, tomó la decisión con 46 años de ingresar en la orden religiosa de las Salesas, una comunidad de Hermanas de la Visitación de Santa María en Burgos, al que pertenecen monjas contemplativas, de clausura. 

En el convento permaneció seis años y logró procesar los votos simples, no llegó a conseguir integrarse plenamente en la congregación ya que fue entonces cuando comenzó a manifestarse la enfermedad mental que padece. Al comprobar que su personalidad mostraba un desequilibrio, las ‘salesas’ la derivaron al complejo hospitalario San Luis de Palencia, que pertenece a la congregación de las Hermanas Hospitalarias, donde permaneció 14 años ingresada. 

En 1978 fue trasladada a Oña ya que el centro psiquiátrico ya llevaba un tiempo establecido. Desde entonces, la villa condal se ha convertido en la residencia de la ‘Abuela de la Provincia’. 41 años han pasado desde entonces y según los trabajadores del centro, el carácter de Cilinia no ha cambiado.

Mujer reservada y con fuertes creencias religiosas, su personalidad se caracteriza por intentar pasar siempre desapercibida. Ha seleccionado sus compañías y por propia voluntad, no ha contado con muchas amistades. De pocas palabras, su tiempo libre lo ha dedicado hasta no hace mucho a la costura, la lectura y los paseos. 

Durante los primeros años en el centro se dedicó a atender a los médicos que allí trabajaban. Les llevaba la comida y realizaba la limpieza de sus dependencias. «Ella lo asumió siempre como un trabajo», declara el capellán de la residencia, Jesús Palma. La religión ha sido su  dominante en la vida, cuando ingresó en Oña continuó realizando sus funciones como una religiosa más siempre dentro de los delirios que la han acompañado a lo largo de su época adulta. 

Cilinia no tiene un secreto en concreto de longevidad, la fe ha sido su motor, y quizás, el que lleve más de la mitad de su existencia en instituciones de acogida, «bien cuidada y mimada, puede que sea la causa de que haya gozado siempre de tan buena salud», expresa el párroco. 

Los achaques propios de la edad, baja visibilidad, una ligera sordera y la necesidad de utilizar silla de ruedas, no impiden que acuda diariamente a misa y que continúe cantando las letras propias. Nunca olvida pronunciar un Amén cuando comulga y se esfuerza en comer de manera autónoma.

De vez en cuando recibe la visita de unos sobrinos que viven en Valladolid pero sus 107 años de recorrido se han centrado en la soledad y en la religión. Cilinia afirma que pese a su edad, se encuentra «como siempre».

LA RELIGIÓN COMO BASE PARA ELEGIR SUS AMISTADES.

Cilinia Martínez, que nació el 21 de noviembre de 1912, ha seleccionado desde siempre sus amistades. Sus creencias religiosas la han llevado a relacionarse con pocas personas, todas ellas mujeres, con las que comparte su devoción. A pesar de su avanzada edad, todavía recuerda su etapa en el convento de las monjas ‘salesas’ en Burgos y sigue sacando una sonrisa cuando se habla de ello. Uldarica Martínez, también interna en la residencia San Salvador de Oña, continúa siendo su mano derecha. 

Se encarga de llevarla a diario a misa y de hacerla compañía. Recuerda con emoción las tareas de laborterapia que hacían juntas y de las meriendas a base de chocolate con leche que se tomaban los sábados por la tarde en el costurero. La centenaria nunca ha necesitado salir mucho. La mayor parte de su tiempo lo ha pasado en el centro, desempeñando su funciones.